Pablo es hijo de mi primo Luis. Tiene gran afición a la mar,
que le viene de familia y ha pasado muchas horas de su vida en un bote de
pesca, por la zona de Mundaka. Pablo tiene el “titulin” y está interesado en
aprender algo de esto de la vela.
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Pablo a la caña del Trapaia |
Quedamos en Zumaia ayer, para salir a pasar un día de vela.
El tiempo excelente. La mar con un poco de marejada, la ola de fondo muy baja y
viento entre 8 y 12 nudos del NW. ¡Genial!
Nada más salir por la bocana de la ría, a eso de las 12h,
viendo las condiciones me hice mentalmente un “plan perfecto”: Salir un poco al
norte, pera desde allí tomar un rumbo de empopada hacia la boya del emisario de
Zarautz, cerca de la bocana de Orio. Después volver hacia Getaria y amarrarnos
a una boya de la playa, para comer tranquilamente y darnos un bañito, para
finalmente volver a Zumaia.
El plan suponía hacer primero un través con mayor y Génova,
después unos bordos de popa con el nuevo y flamante spinnaker asimétrico, luego
unos de ceñida de nuevo con Génova para ir a Getaria, maniobra de tomar la boya
a vela, baño, comida y regreso de nuevo en rumbo de ceñida hasta Zumaia.
¡Ideal! ¿Verdad? Pues al final fue eso lo que hicimos, pero digo “al final”
porque en el intermedio nos pasó casi de todo lo que te puede ocurrir en unas
condiciones normalitas de agradable navegación.
Todo fue según el plan y con gran disfrute, navegando de
popa con el asimétrico, que es una gozada, hasta que tuvimos la boya del
emisario a media milla por el través de estribor y había que hacer una
trasluchada para llegar a ella. Lo más lógico, puesto que después debíamos
tomar rumbo de ceñida hacia Getaria, hubiera sido arriar el espí con el calcetín y sacar la Génova para ir
hasta la boya y virarla sin complicaciones. Pero yo tenía ganas de probar una
vez más la trasluchada con el asimétrico, para incrementar mi escasísima
experiencia con ese tipo de vela. ¡Hay que probar para aprender! Además, por lo
que me dicen los que tienen más experiencia y lo que he leído, esa maniobra con
el asimétrico es super-sencilla.
La cuestión es que no sé escoger bien el momento oportuno
para largar escota y cazar la contraria y sincronizar bien ese momento con el
cambio de banda de la mayor. Y ¡oh desgracia! ¡El spinnaker empezó a enroscarse
sobre el stay de proa por encima de la Génova enrollada.
-
¡Volvemos al rumbo anterior!
Se nos enrosca una vuelta más.
-
¡Vamos a dar vueltas en sentido contrario, a ver
si se desenrosca!
Con solo el impulso de la mayor y la resistencia del espí
desmadrado, el barco no coge velocidad suficiente para virar con rapidez. La
vela cada vez parece más enroscada. Voy a proa y se queda Pablo a la caña. En
proa no puedo hacer nada para controlar la vela. No hay manera. Se me ocurre que
si ponemos motor podremos dar vueltas en cualquier sentido con cierta rapidez y
que estando yo en proa podré ayudar a la vela a volver a su maravilloso estado
inicial. ¡Que ilu…!
Me estoy poniendo algo nervioso observando que nos
acercamos al acantilado y que no resolvemos el problema ni vemos clara la
solución. Intento varias veces hacer descender el calcetín para cerrar la vela
y poder controlarla. Es imposible con el retorcimiento que se ha formado
arriba. Observo el sentido del enroscamiento y decido:
-
¡Pablo, pon motor, dale caña y gira en redondo a
babor! - Pablo lo hace y giramos a
babor.
-
¡No, no, al contrario!
-
¡Me has dicho a babor!
-
¡Si, tienes razón me he equivocado, A estribor!
La verdad es que estando en proa mirando para arriba,
nervioso, guardando difícilmente el equilibrio y dando vueltas a la vela
termina uno no sabiendo ni donde está el costado de estribor. Y de pronto
ocurre algo inesperado: Se para el motor.
-
¿Qué pasa? - Pregunto
-
¡Que se ha calado!
-
¿Qué se ha calado?
-
Sí. Se ha parado solo. ¡Lo pongo en marcha de
nuevo!
El motor arranca pero vuelve a pararse de inmediato y voy a
la bañera a ver qué ocurre. La palanca del inversor está bloqueada, no se puede
meter la marcha atrás ni siquiera el punto muerto.
-
Parece que hemos enganchado algo con la hélice
El problema del spinnaker está irresuelto, no tenemos motor
y el viento nos acerca a las rocas de la costa.
-
¡Por ahora nos olvidaremos del espí! ¡Tenemos
que salir de aquí! ¡Navegaremos a vela para separarnos de la costa!
El viento era de 10 a 12 nudos y se formaban borreguillos en
las crestas de las olas. El barco con solo el impulso de la mayor, avanzaba muy
lento. Pero no se podía usar la Génova, ya que el espí estaba enroscado sobre
ella. Para que el espí hiciera menor resistencia y no se formaran globos y no
se retorciese más, decidí soltar el mosquetón de la braza (el puño de escota ya
estaba suelto) y dejar que volase en bandera desde la punta del palo. La intención
era primero alejarnos de costa y después resolver el problema de la vela y del motor con mayor tranquilidad.
En esto me di cuenta de lo que habíamos enganchado con la
hélice: una escota del espí, cuyo mordedor se había abierto, estaba en el agua (son
unos mordedores antiguos, de palanquilla con excéntrica moleteada, que se
sueltan con facilidad a nada que los
roces sin querer)
El espí, al quedar liberados lo dos puños, primero voló en
bandera, pero luego, al navegar de ceñida, fue cayendo hacia popa y se enredó esta vez
sobre el back-stay. El viento bajo un poco y en esa posición el espí no recibía
tanto, así que Pablo pudo abrazar la tela desde popa y quitar algunas vueltas
sacándolo del back. Ahora quedaba poder deshacer las vueltas que tenía la vela
sobre el cabo del calcetín, que no permitía bajarlo. En ese momento intentamos
arriar todo soltando driza, aunque hubiese que recoger el espí sin calcetín,
pero era imposible, porque el puño de driza se había girado sobre el stay y ni largando
en banda la driza y tirando de la vela hacia abajo se movía el tinglado. Así
que, como fuera, había que quitar las
vueltas de la vela sobre el calcetín o viceversa.
Para entonces ya estábamos más tranquilos. Las rocas estaban
más lejos. Bueno, Pablo daba la impresión de estar siempre tranquilo. Este
chico tiene alma de marinero.
Poco a poco, trabajando detrás de la mayor, conseguimos
entre los dos ir deshaciendo las vueltas del “retortijo” y ¡Por fin libramos el
cabo del calcetín! ¡Guaaauuuu! ¡Que alivio!
Bajamos el calcetín y la vela empezó a ser un elemento más
controlable. Pero aún no podíamos arriar. El puño de driza continuaba girado sobre
la parte alta del stay de proa, por encima del giratorio del enrollador de Génova.
Pero ya con la vela envuelta en su calcetín fue más fácil pasarla por delante
del stay y ¡Todo quedó en orden!. Arriamos el spinnaker y lo guardamos. Pudimos
sacar la génova y tomar velocidad en la ceñida y divertirnos un rato yendo
hacia Getaria, intentando y consiguiendo dejar atrás a otro velero que se
dirigía al mismo sitio.
Ahora quedaba la segunda parte. Amarrar a vela en una boya de
la playa de Getaria sin abordajes a otros barcos. Antes de acercarnos a la zona
de las boyas arriamos la Génova, para poder maniobrar solo con la mayor a menor
velocidad y con más fácil control.
Elegimos una boya alejada de otros barcos que parecía de fácil
acercamiento. Viramos cuando la tuvimos al través para llegar a ella con viento
de proa gracias a la arrancada, a la inercia, del barco,que se fue deteniendo
hasta llegar con la proa a la boya prácticamente a velocidad cero. Nos salió la
maniobra con precisión milimétrica, pero he aquí que la boya no tenía cabos,
sino solamente una anilla de amarre y no habíamos preparado un cabo para esa eventualidad.
Que por otra parte no sabría muy bien cómo hacerlo pasar por la anilla. Pero
pensamos que agarrando la boya con el bichero lo podríamos hacer.
Mientras yo buscaba un cabo adecuado en el cofre de popa
Pablo aguantaba el barco agarrando la boya con el bichero. Pero la vela estaba izada
y, aunque estaba largada en banda y había poco viento, trabajaba en contra de los
esfuerzos de Pablo. Fui a proa con un cabo, pero lo que tuve que hacer es echar
una mano a Pablo que no podría sujetar el barco por más segundos y además no
podía sacar el bichero de la anilla de la boya. Si no podía resistir más tendría
que soltar la mano del bichero y lo perderíamos, con lo cual, sin bichero no se
nos pondrían las cosas precisamente más fáciles…
Agarramos el mango del bichero entre los dos y conseguimos
aproximar el barco a la boya lo suficiente como para sacar el gancho del
bichero de la anilla de la boya e irnos a buscar otra que tuviera cabo.
Encontramos una adecuada y, después de un par de intentos,
por fin conseguimos amarrar, arriar la mayor y sentarnos un minuto a descansar.
-
Nos quedaba la segunda parte. Pero propuse que igual
lo mejor sería comer primero algo.
-
No -
Respondió Pablo que está dispuesto a bucear para soltar el cabo de la hélice
o para cortarlo si es necesario – Me tiro antes y luego comemos.
-
Vale. Te saco las gafas y el tubo.
No fue tarea fácil. Hubo que cortar el cabo por varios puntos
y eso bajo el agua no es como en tierra firme. Pablo se desenvuelve como un pez
pero terminó cansado. La escota en trozos ya no servía para nada, pero hoy ya
no tendríamos que usar el spinnaker. ¡Ni nos quedaban ganas, la verdad…! Comimos
bien, aunque más bien fue una merienda porque eran las 5 de la tarde. Un bañito
después y a Zumaia en tres bordos de ceñida.
Navegamos con un atardecer muy agradable y una luz muy
bonita que me incitó a grabar unos segundos de video con el movil (que no lo cuelgo porque
lo he perdido) y hacerle una foto a Pablo llevando la caña. Es un buen timonel.
¡Hasta otra, si te animas, Pablo! Ya ves que cualquier salida puede convertirse
en una buena aventura…
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