jueves, 25 de julio de 2013

Flotilla a Hondarribia 13-14/07/2013.



El fin de semana del 13 y 14 de julio planificamos una travesía en flotilla para pernoctar en Hondarribia y regresar el domingo a Zumaia. Yo era el convocante de la travesía, pero el día anterior por la tarde tenía el motor medio desarmado, para revisar y desatascar todo el circuito de la refrigeración. 

Afortunadamente Jose Angel (Náutica Itxurun)  me solucionó el problema a las 6 de la tarde, después de tres horas de arduo trabajo, con un calor insoportable. Yo solo le ayudé en lo poco que pude, pero también terminé cansado y sudoroso. Me apetecía ir a casa a ducharme y a dormir en cama. Antes de eso hice una llamada al puerto de Hondarribía para saber si nos podría reservar espacios de amarre para la noche del sábado. Me dijeron que no habría problemas, pero que les llamase de nuevo el sábado sobre las 12:15 a 12:45 para confirmar.

Nos citamos en el pantalán a las 10:00, previendo hacer la salida sobre las 11:00, y yo que era el convocante me dormí y llegué tarde, a eso de las 10:40
Los expedicionarios más jóvenes: Maialen y Xuban
El Txiripa (Patxi y Esther) estaba ya en Hondarribia desde el viernes por la noche para asistir al festival de Blues. Nos encontraríamos con ellos el sábado por la noche. 

El Ocnos (Gonzalo) había ido a pasar la noche del viernes a San Sebastián y nos encontraríamos también en Hondarribia, pero probablemente el domingo, porque el sábado tenían una cena allí con otra gente. 

El Geldi-Geldi de Pedro con dos tripulantes salió sobre las 10:45 (cuando yo llegaba al puerto). 

Sobre las 11:15 salimos de Zumaia el Maixu (Kastor, Arantxa y sus dos chavales), el Mastabakarra (Josu y Xabi) y el Trapaia (Eneko y yo). Nuestro plan era hacer escala en Pasajes para comer en los barcos abarloados y saltar a tierra para estirar piernas y tomar un cafecito. Como eso demoraría su tiempo se supone que llegaríamos a Hondarribía al anochecer, por lo que era importante haber hablado con el puerto para tener garantizado el amarre. 

El viento era del NW, con lo que después de salir un poco hacia el NE, izamos el espí y disfrutamos de una travesía muy agradable y divertida. 

A eso de las 12:30 llamé por teléfono al puerto de Hondarribía, dando los nombres y esloras de los 4 barcos que íbamos a llegar esa noche (el Geldi.Geldi ya había hecho su reserva desde el jueves, pero solamente para él). Me dieron sin problemas los números de pantalán para cada barco y los comuniqué por radio a los interesados, incluido el Ocnos, al que no veíamos porque había salido de Donosti e iba por delante directo a Fuenterrabía sin plan de entrar en el puerto de Pasajes.

La entrada en Pasaia fue como otras veces, espectacular. Trasluchamos el asimétrico para enfilar la entrada amurados primero a estribor y algo más tarde a babor y finalmente a orejas de burro y de nuevo a estribor. Arriamos dentro de la bahía. ¡Qué bonita es esa entrada! Es como un fiordo estrecho que se abre finalmente al gran puerto comercial, pesquero y deportivo. 


Mastabakarra entrando en Pasaia

Al fondo Pasajes de San Juan

Trapaia intentando atracar. Dificil buscar una escalera y que el barco no se meta debajo del muelle

Finalmente abarloando a un pesquero

Mastabakarra acercándose

Abarloados al pesquero "Manolito"
Kastor luciendo el torso



De izda. a dcha. Xabi, Eneko y Josu

Sin palabras que se pierde bocado...




¡Que no falte de nada!


La encantadora sonrisa de Maialen


Corte del melón

Arantxa con Maialen: amor de madre




El único problema es que en los pantalanes (que son nuevos y están adjudicados a vecinos del municipio) no hay uno de cortesía para transeúntes y está prohibido amarrar. 

El Geldi-Geldi estaba ya haciendo un recorrido por el interior del puerto cuando nosotros entrábamos y decidió continuar navegando por la bahía y comiendo algo sobre la marcha para continuar después la travesía sin detener el barco ni bajar a tierra.

En la zona de San Pedro, la forma de construcción de los muelles de pesqueros hace que sea peligroso el amarre de embarcaciones pequeñas (más pequeñas que un pesquero profesional). Así que dado el poco tiempo que íbamos a estar allí, nos abarloamos a un pesquero de los que se hallaban amarrados. Pusimos el toldo y la mesa en la bañera del Trapaia. Hicimos mesa común con aportación de las provisiones culinarias de cada uno y comimos y bebimos a placer. Disfrutamos mucho del  momento y  sobre todo de poderlo compartir en armonía y buen rollo. Después unos cafés con hielo en la terraza de un bar y ya empezamos a sentirnos como marineros de viaje, “de puerto en puerto”. 

Arriar, abarloar, amarrar bien, pensando en la marea, saltar de barco en barco, comer de forma improvisada (pero muy bien), subir por la escalera de hierro de la pared, pedir en tierra una consumición, volver al barco y zarpar. Todo eso es relativamente incómodo, lleva tiempo y parece (y es) una complicación innecesaria. Tan innecesaria como empeñarse en navegar a vela en la era de la mecanización, de la velocidad, de la seguridad y la comodidad… Pero los que conocemos el secreto de todo eso no necesitamos que otros lo entiendan. Lo compartimos y lo disfrutamos. ¡Y cómo lo disfrutamos!

Y de nuevo saliendo, por el estrecho canal, al Cantábrico abierto, a navegar, al viento y a las velas.
La travesía hasta Hondarribía fue totalmente a vela y en el caso del Trapaia todo el tiempo con el espí asimétrico nuevo, practicando la maniobra y el trimado. ¡Qué gozada! Es como ir jugando todo el rato con una cometa enorme. A eso de las 9:30 estábamos todos en el puerto, pensando en ducharnos y en ir a cenar en alguno de los infinitos restaurantes de Fuenterrabía.

En el puerto se nos unió el amigo Josu Gerra (El navegante oceánico que hizo algunas de las regatas de la Olarru Cup en el Trapaia), así que, a pesar de que no conseguimos contactar con Patxi y Esther, estábamos ya 12 personas dispuestas a buscar un sitio para cenar juntas en Hondarribía, en un sábado de caluroso verano y en plena euforia “blusística”.  ¡Que ingenuidad! ¡Fue absolutamente imposible!.

Otras veces habíamos hecho eso en un Self-service del malecón que estaba muy bien. Fuimos allá y había desaparecido o se ha convertido en una heladería. En una Pizzería con bastante movimiento nos dijeron a las 10:15 que si volvíamos a eso de las 11:30 tal vez habría sitio. La familia del Maixu decidió volver hacia el puerto para ver si allí había menos aglomeración de gente y conseguían dar de cenara a los niños a una hora razonable. Los tres del Geldi-Geldi decidieron que cuanto más reducidos fueran  los grupos más fácil sería encontrar cena y se fueron a buscarla por su cuenta. Los cinco restantes nos fuimos a “tomar algo” para hacer tiempo. 

No tuvimos que “tomar mucho” porque no se podía ni entrar en los bares. En uno decidimos que entrasen dos a pedir zuritos para todos y sacarlos a la calle. Estuvimos casi media hora charlando en la acera esperando a que los de la heroica avanzadilla consiguiesen sacarnos la bebida. 

A las 11:15 volvimos a la pizzería y nos dijeron: “imposible, tal vez a eso de la 12:30…”. Todavía nos estarán esperando, porque tuvimos la suerte de ir a tomar unas cervezas en un bar de platos combinados y justo nada más entrar ver una mesa libre, preguntar y sentarnos ¡A CENAR!. La cena nos la sirvieron a las 12:00 exactamente, como si hubieran puesto interés en no pasarse de fecha… La emoción fue tanta que hicimos fotos de los platos y los enviamos a Kastor y Arantxa. La respuesta fue una foto de un plato combinado muy parecido y un texto diciendo que su situación había sido muy similar. Se habían sentado una hora antes, pero la cena se la acababan de servir casi al mismo tiempo que a nosotros.
Josu Gerra y yo ante los platos combinados

Esperando para empezar a que Josu Arano y Xabi recibieran sus platos. ¡No hay que perder la buena educación!


La foto que le enviamos a Arantxa

En fin. Para otra vez ya sabemos lo que hay que hacer: La comida de grupo en un restaurante de Pasaia al mediodía, que seguro que no hay problemas, y en Hondarribía cenar en los barcos y salir después a tomar unas copas al pueblo.  ¡Hay que ver para creer, como estaba de gente…!

Después de cenar nos reunimos con los tripulantes del Geldi-Geldi en una terraza que estaba a 20 metros de donde habíamos cenado. Hubo sillas para todos y pudimos tomarnos unos gin-tonics, charlando relajadamente y contemplando la variada fauna humana que pululaba por el entorno.

A eso de las 3h fin de fiesta y a dormir, aunque algunos más jóvenes la prolongaron con unas cervecitas en el barco hasta eso de las 4h.

El domingo, desayuno, ducha y a las 12 zarpamos de regreso. Viento totalmente de proa nada más doblar el cabo Higuer. 

En el Trapaia nos dimos cuenta al izar velas que teníamos roto un patín de la mayor y el sable estaba machacando el mástil a ambos lados del canal de la relinga. Entre desviarnos hacia la zona de la playa y abarloar al Spirit of Anuk (el barco de Josu Gerra) con la dificultad del viento y reparar el desperfecto, perdimos casi una hora. 

Cuando salimos de la bahía y nos enfrentamos al viento del oeste decidimos seguir a motor al menos hasta alcanzar al resto de la flota, cosa que hicimos a la altura de Pasajes. Entonces pusimos velas y navegamos haciendo bordos hasta entrar en la bahía de Donosti. 

Boyas, baños, comidas en cada barco y de nuevo a la mar para volver a Zumaia.
Comida y baño en una boya de San Sebastián

¡Bonito fin de semana!

jueves, 18 de julio de 2013

Salida con Pablo Barbier.



Pablo es hijo de mi primo Luis. Tiene gran afición a la mar, que le viene de familia y ha pasado muchas horas de su vida en un bote de pesca, por la zona de Mundaka. Pablo tiene el “titulin” y está interesado en aprender algo de esto de la vela.

Pablo a la caña del Trapaia
Quedamos en Zumaia ayer, para salir a pasar un día de vela. El tiempo excelente. La mar con un poco de marejada, la ola de fondo muy baja y viento entre 8 y 12 nudos del NW. ¡Genial!

Nada más salir por la bocana de la ría, a eso de las 12h, viendo las condiciones me hice mentalmente un “plan perfecto”: Salir un poco al norte, pera desde allí tomar un rumbo de empopada hacia la boya del emisario de Zarautz, cerca de la bocana de Orio. Después volver hacia Getaria y amarrarnos a una boya de la playa, para comer tranquilamente y darnos un bañito, para finalmente volver a Zumaia. 

El plan suponía hacer primero un través con mayor y Génova, después unos bordos de popa con el nuevo y flamante spinnaker asimétrico, luego unos de ceñida de nuevo con Génova para ir a Getaria, maniobra de tomar la boya a vela, baño, comida y regreso de nuevo en rumbo de ceñida hasta Zumaia. ¡Ideal! ¿Verdad? Pues al final fue eso lo que hicimos, pero digo “al final” porque en el intermedio nos pasó casi de todo lo que te puede ocurrir en unas condiciones normalitas de agradable navegación.

Todo fue según el plan y con gran disfrute, navegando de popa con el asimétrico, que es una gozada, hasta que tuvimos la boya del emisario a media milla por el través de estribor y había que hacer una trasluchada para llegar a ella. Lo más lógico, puesto que después debíamos tomar rumbo de ceñida hacia Getaria, hubiera sido arriar el espí  con el calcetín y sacar la Génova para ir hasta la boya y virarla sin complicaciones. Pero yo tenía ganas de probar una vez más la trasluchada con el asimétrico, para incrementar mi escasísima experiencia con ese tipo de vela. ¡Hay que probar para aprender! Además, por lo que me dicen los que tienen más experiencia y lo que he leído, esa maniobra con el asimétrico es super-sencilla. 

La cuestión es que no sé escoger bien el momento oportuno para largar escota y cazar la contraria y sincronizar bien ese momento con el cambio de banda de la mayor. Y ¡oh desgracia! ¡El spinnaker empezó a enroscarse sobre el stay de proa por encima de la Génova enrollada.
-          ¡Volvemos al rumbo anterior!
Se nos enrosca una vuelta más.
-          ¡Vamos a dar vueltas en sentido contrario, a ver si se desenrosca!
Con solo el impulso de la mayor y la resistencia del espí desmadrado, el barco no coge velocidad suficiente para virar con rapidez. La vela cada vez parece más enroscada. Voy a proa y se queda Pablo a la caña. En proa no puedo hacer nada para controlar la vela. No hay manera. Se me ocurre que si ponemos motor podremos dar vueltas en cualquier sentido con cierta rapidez y que estando yo en proa podré ayudar a la vela a volver a su maravilloso estado inicial. ¡Que ilu…! 

Me estoy poniendo algo nervioso observando que nos acercamos al acantilado y que no resolvemos el problema ni vemos clara la solución. Intento varias veces hacer descender el calcetín para cerrar la vela y poder controlarla. Es imposible con el retorcimiento que se ha formado arriba. Observo el sentido del enroscamiento y decido:
-          ¡Pablo, pon motor, dale caña y gira en redondo a babor!  - Pablo lo hace y giramos a babor.
-          ¡No, no, al contrario!
-          ¡Me has dicho a babor!
-          ¡Si, tienes razón me he equivocado, A estribor! 

La verdad es que estando en proa mirando para arriba, nervioso, guardando difícilmente el equilibrio y dando vueltas a la vela termina uno no sabiendo ni donde está el costado de estribor. Y de pronto ocurre algo inesperado: Se para el motor.
-          ¿Qué pasa? - Pregunto
-          ¡Que se ha calado!
-          ¿Qué se ha calado?
-          Sí. Se ha parado solo. ¡Lo pongo en marcha de nuevo!

El motor arranca pero vuelve a pararse de inmediato y voy a la bañera a ver qué ocurre. La palanca del inversor está bloqueada, no se puede meter la marcha atrás ni siquiera el punto muerto. 
-          Parece que hemos enganchado algo con la hélice

El problema del spinnaker está irresuelto, no tenemos motor y el viento nos acerca a las rocas de la costa.
-          ¡Por ahora nos olvidaremos del espí! ¡Tenemos que salir de aquí! ¡Navegaremos a vela para separarnos de la costa!

El viento era de 10 a 12 nudos y se formaban borreguillos en las crestas de las olas. El barco con solo el impulso de la mayor, avanzaba muy lento. Pero no se podía usar la Génova, ya que el espí estaba enroscado sobre ella. Para que el espí hiciera menor resistencia y no se formaran globos y no se retorciese más, decidí soltar el mosquetón de la braza (el puño de escota ya estaba suelto) y dejar que volase en bandera desde la punta del palo. La intención era primero alejarnos de costa y después resolver el problema de la  vela y del motor con mayor tranquilidad.

En esto me di cuenta de lo que habíamos enganchado con la hélice: una escota del espí, cuyo mordedor se había abierto, estaba en el agua (son unos mordedores antiguos, de palanquilla con excéntrica moleteada, que se sueltan con facilidad  a nada que los roces sin querer) 

El espí, al quedar liberados lo dos puños, primero voló en bandera, pero luego, al navegar de ceñida,  fue cayendo hacia popa y se enredó esta vez sobre el back-stay. El viento bajo un poco y en esa posición el espí no recibía tanto, así que Pablo pudo abrazar la tela desde popa y quitar algunas vueltas sacándolo del back. Ahora quedaba poder deshacer las vueltas que tenía la vela sobre el cabo del calcetín, que no permitía bajarlo. En ese momento intentamos arriar todo soltando driza, aunque hubiese que recoger el espí sin calcetín, pero era imposible, porque el puño de driza se había girado sobre el stay y ni largando en banda la driza y tirando de la vela hacia abajo se movía el tinglado. Así que, como fuera,  había que quitar las vueltas de la vela sobre el calcetín o viceversa. 

Para entonces ya estábamos más tranquilos. Las rocas estaban más lejos. Bueno, Pablo daba la impresión de estar siempre tranquilo. Este chico tiene alma de marinero. 

Poco a poco, trabajando detrás de la mayor, conseguimos entre los dos ir deshaciendo las vueltas del “retortijo” y ¡Por fin libramos el cabo del calcetín! ¡Guaaauuuu! ¡Que alivio!

Bajamos el calcetín y la vela empezó a ser un elemento más controlable. Pero aún no podíamos arriar. El puño de driza continuaba girado sobre la parte alta del stay de proa, por encima del giratorio del enrollador de Génova. Pero ya con la vela envuelta en su calcetín fue más fácil pasarla por delante del stay y ¡Todo quedó en orden!. Arriamos el spinnaker y lo guardamos. Pudimos sacar la génova y tomar velocidad en la ceñida y divertirnos un rato yendo hacia Getaria, intentando y consiguiendo dejar atrás a otro velero que se dirigía al mismo sitio.

Ahora quedaba la segunda parte. Amarrar a vela en una boya de la playa de Getaria sin abordajes a otros barcos. Antes de acercarnos a la zona de las boyas arriamos la Génova, para poder maniobrar solo con la mayor a menor velocidad y con más fácil control.

Elegimos una boya alejada de otros barcos que parecía de fácil acercamiento. Viramos cuando la tuvimos al través para llegar a ella con viento de proa gracias a la arrancada, a la inercia, del barco,que se fue deteniendo hasta llegar con la proa a la boya prácticamente a velocidad cero. Nos salió la maniobra con precisión milimétrica, pero he aquí que la boya no tenía cabos, sino solamente una anilla de amarre y no habíamos preparado un cabo para esa eventualidad. Que por otra parte no sabría muy bien cómo hacerlo pasar por la anilla. Pero pensamos que agarrando la boya con el bichero lo podríamos hacer. 

Mientras yo buscaba un cabo adecuado en el cofre de popa Pablo aguantaba el barco agarrando la boya con el bichero. Pero la vela estaba izada y, aunque estaba largada en banda y había poco viento, trabajaba en contra de los esfuerzos de Pablo. Fui a proa con un cabo, pero lo que tuve que hacer es echar una mano a Pablo que no podría sujetar el barco por más segundos y además no podía sacar el bichero de la anilla de la boya. Si no podía resistir más tendría que soltar la mano del bichero y lo perderíamos, con lo cual, sin bichero no se nos pondrían las cosas precisamente más fáciles…

Agarramos el mango del bichero entre los dos y conseguimos aproximar el barco a la boya lo suficiente como para sacar el gancho del bichero de la anilla de la boya e irnos a buscar otra que tuviera cabo.
Encontramos una adecuada y, después de un par de intentos, por fin conseguimos amarrar, arriar la mayor y sentarnos un minuto a descansar.  
-          Nos quedaba la segunda parte. Pero propuse que igual lo mejor sería comer primero algo.
-          No -  Respondió Pablo que está dispuesto a bucear para soltar el cabo de la hélice o para cortarlo si es necesario – Me tiro antes y luego comemos.
-          Vale. Te saco las gafas y el tubo.

No fue tarea fácil. Hubo que cortar el cabo por varios puntos y eso bajo el agua no es como en tierra firme. Pablo se desenvuelve como un pez pero terminó cansado. La escota en trozos ya no servía para nada, pero hoy ya no tendríamos que usar el spinnaker. ¡Ni nos quedaban ganas, la verdad…! Comimos bien, aunque más bien fue una merienda porque eran las 5 de la tarde. Un bañito después y a Zumaia en tres bordos de ceñida.  

Navegamos con un atardecer muy agradable y una luz muy bonita que me incitó a grabar unos segundos de video con el movil (que no lo cuelgo porque lo he perdido) y hacerle una foto a Pablo llevando la caña. Es un buen timonel. ¡Hasta otra, si te animas, Pablo! Ya ves que cualquier salida puede convertirse en una buena aventura…

miércoles, 3 de julio de 2013

10ª Regata Olarru Cup 2013 (29/06). Trapaia con “espí” nuevo



Desde la infausta pérdida del spinnaker en la regata del Campeonato de Guipuzcoa, he estado buscando algo que lo sustituya ventajosamente. Un spinnaker asimétrico con calcetín que pueda manejar tanto con tripulación como en solitario. Esa vela requiere la instalación de un botalón que separe el puño de amura del  púlpito de proa, cuya prominencia es notable en el Trapaia. 

Tras descartar la idea inicial de poner un almacenador Facnor por su elevado precio y por algunos inconvenientes que no confiesa su publicidad, me dediqué a buscar velas y calcetines de segunda mano o velas nuevas asiáticas con medidas estándar, que tienen un precio muy competitivo y que te entregan en tu casa en dos días laborables, porque los distribuidores españoles las tienen en stock. 

Se me fueron pasando las semanas con tanto consultar, mirar, preguntar, comparar opciones de velas y diseñar distintos tipos de botalón para encargarlos en una calderería (los de Harken, Selden, etc. no me servía ninguno y son caros). Hago planos en mi viejo tablero de dibujo con lápiz y tinta china, no manejo Autocad y eso lleva su tiempo. 

La regata del día 15 la solventamos con un asimétrico que nos dejaron para probar, amarrado sin botalón al escobén de roldanas del ancla. Pero iba a llegar la siguiente (la del día 29) sin botalón y sin espí. El día 18 me puse las pilas y tomé dos decisiones: 

1.       Simplifiqué lo más que pude el proyecto de botalón (me olvidé de hacerlo telescópico) y acepté el presupuesto de la calderería Mendiaraiz donde me obligan a comprar 6 metros de tubo de inox 316 de los que solo necesito uno, pero no hay otro remedio. Ellos no trabajan con ese tipo de tubo y no quieren quedarse con retales que probablemente nunca van a necesitar (En otras caldererías consultadas ocurría tres cuartos de lo mismo). La verdad es que son muy amables, pero parece que en esta época andan a tope de trabajo y hoy día 30 sigo sin botalón, a la espera de que “tal vez” esta semana próxima me puedan “hacer un hueco” en producción para fabricar mis cuatro piezas. 

2.       Me decidí (a pesar del precio más elevado) por encargar un asimétrico nuevo y a medida en Gold-Sailing (mi velería habitual), con su saco de maniobra y con un calcetín de segunda mano, que ellos mismos me localizaron, y que me recortarían a la medida de la baluma de la nueva vela. Iñigo, como siempre se portó de maravilla. Se comprometió a hacer la vela, la bolsa y la adaptación del calcetín para el día 28 ¡Y LO HIZO!. El viernes a las 17:30 recogí en Irún todo el conjunto y me lo llevé al puerto de Zumaia, encantado de tenerlo a punto para la regata del sábado. 

Me quedaba hacer algo para cubrir la ausencia de botalón. Compré en una ferretería de Zumaia tres abrazaderas grandes (para diámetros de 60-80mm) y cogí del coche unas eslingas de carraca que suelo utilizar para sujetar cosas en la baca. Tomé el tangón del espí simétrico, lo apoyé encima del escobén, le di por la proa el saliente que había calculado para el botalón de verdad, lo sujeté fuertemente con las abrazaderas al escobén y el extremo posterior lo até sobre cubierta con las eslingas, de manera que no tuviese movilidad lateral. La punta del “botalón” quedó perfectamente centrada en la línea de crujía. Puse allí una polea y utilicé el cabo que anteriormente me había servido como contra del tangón para poder controlar desde la bañera la altura del puño de amura de la nueva vela. El sistema tenía buena pinta y funcionó bien porque era un día de viento flojo. Con viento fuerte es casi seguro que podíamos haber roto el tangón o los remaches de su puntera. Pero contábamos con el favor del parte meteorológico. Van unas fotos del tinglado que monté.





El sábado salimos a la regata sin siquiera haber ensayado una vez la izada del calcetín. No sabíamos si todo funcionaría correctamente y además ninguno teníamos experiencia alguna con un asimétrico (descontando la de la regata anterior con una vela inadecuada, sin botalón y sin calcetín). En fin, salimos animados a “verlas venir…” 

Se trataba de hacer un triángulo saliendo en dirección oeste, entre el espigón de Zumaia y la boya de salida, situada un poco al norte, tomar por estribor la boya Oeste y subir con rumbo NE a una tercera boya para bajar después con rumbo Sur hacia la línea de llegada (la misma de la salida). Serían dos vueltas si el viento lo permitía y en caso contrario el comité daría instrucciones de cambio por radio.

Llegamos a la presalida con unos 20 minutos de antelación y decidimos ir a motor como media milla contra el viento para volver hacia la salida en empopada y ensayar, al menos una vez, la izada del asimétrico. Como era de esperar nos montamos un pequeño lío con las escotas, con el cabo del calcetín etc. pero el spinnaker finalmente se hinchó y funcionó durante unos minutos. 

-¡Vale, vale! Ya sabemos cómo hay que hacerlo para no liarnos luego. ¡Hay que arriar ya! Tenemos que poner la génova para tomar la salida en ceñida.  

Con las prisas ni siquiera nos dimos cuenta de que habíamos izado la vela al revés: El puño de escota y el de amura intercambiados. Arriamos la vela, lo guardamos todo preparado (al revés) para izar luego en regata y desenrollamos la Génova. 

Con viento muy escaso del NW y la línea de salida en orientación N-S, casi toda la flota estaba dirigiéndose en dirección NE-SW hacia el lado derecho de la línea de salida. Todos querían salir cerca de la boya amurados a estribor. El Geldi-Geldi con varios barcos por babor a sotavento venían amurados a estribor hacia la línea de salida. Todos se acercaban muy lentos a la salida. Nosotros estábamos más a barlovento, teníamos el viento más de través y avanzábamos más deprisa. Llegaríamos a la línea antes que la “melé”. ¡Tal vez demasiado antes!. 

Faltando un minuto para la salida, el Txiripa que también estaba en nuestra zona se colocó con la popa justo al costado de la proa del Geldi, que lógicamente hizo valer su derecho (sotavento) advirtiendo del mismo. El Txiripa en consecuencia no pudo aflojar el paso para no verse comprometido con Geldi-Geldi. Se mantuvo delante y consecuentemente se pasó de la línea antes de tiempo. En el Trapaia vimos claramente que o nos pasábamos la línea antes de tiempo o nos echaban de ella los de sotavento. 

Largamos velas para ralentizar y no pasarnos. Disminuyó la velocidad pero íbamos a chocar contra la boya. No cabíamos entre la boya y los otros barcos. ¡Hay que girar! ¡Nos toca a nosotros! Al lado de la boya y prácticamente sobre la prolongación norte de la línea, giramos 360 grados para volver a enfilar la salida. Muy bien, porque todos los demás habían llegado también antes de lo previsto y se habían visto obligados a correr un poco la línea, hacia el sur, antes del toque de salida. Cuando cruzamos la salida, muy cerca de la boya, no había nadie que nos estorbase y sin embargo salimos prácticamente al mismo tiempo que los primeros y más cerca de la boya. El Txiripa entre tanto, que había salido antes de tiempo, regresaba por el otro lado de la línea, para quitarse de en medio y dar la vuelta a la boya tomando de nuevo su salida de forma reglamentaria. 

¡Empieza la carrera!. Viento de proa. Ceñida a rabiar. ¿Qué bordo hacer? Amurados a estribor el bordo era más efectivo en cuanto a VMG, pero amurados a babor, saliendo más afuera, se veía más viento. Nosotros, que salimos como todos amurados a estribor, enseguida optamos por virar. Efectivamente más “arriba” había más viento (decir más arriba o más abajo en la mar es un absurdo lingüístico pero frecuentemente llamamos “arriba” al norte y “abajo” al sur, por la costumbre de verlos así representados en las cartas de navegación, pero según en qué contexto, como en las regatas de bastón, también utilizamos subir para ir de ceñida hacia barlovento y bajar para ir de empopada hacia sotavento). 

Un participante poco habitual era el 747 de Alberto que con un día de viento escaso y mar plana tenían la situación ideal para explotar las prestaciones de un barco tan ligero y regatero, incluso teniendo en cuenta que Alberto no le ha limpiado la obra viva desde hace 2 años (bueno, el viernes por la tarde, mientras yo improvisaba  el tangon-botalón, él se sumergía con unas gafas de buceo y trataba de rascar un poco la abundante “biodiversidad” de la panza de su barco). 

La cosa es que el 747 se fue literalmente “a tomar vientos” en el mejor de los sentidos y los encontró. Nosotros no fuimos tan arriba a buscarlos pero estábamos en la misma línea táctica. Yo sigo pensando que era la opción más correcta, o más razonable, porque se veía claramente que haciendo bordos cerca de la costa había muy poco que rascar.  

Sin embargo ocurrió que el viento roló ligeramente del WNW al NW. Lo suficiente para que los que estaban más abajo empezasen a correr (por supuesto a menos de 2 nudos, pero todo es relativo) hacia la boya. Nosotros bajábamos a un descuartelar, por estar en el momento de rolar más al norte y al oete, y tal vez nuestra velocidad era un nudo más que la de ellos, pero buscando viento nos habíamos alejado demasiado. El 747 con el mismo rumbo que nosotros, y bajando desde más arriba, pero con superior velocidad nos adelantaba. 

El Geldi-Geldi y el Mastabakarra estaban inicialmente mucho más cerca de la boya, pero el 747 los superó y la viró antes que ellos. El Mastabakarra se quedó rezagado, porque arribó o abatió mucho en el bordo de aproximación y hubo de hacer uno muy largo para rebasar la boya dejándola por estribor. Eso lo aprovechamos nosotros para adelantarlo en la virada de la boya y salir hacia la boya norte izando nuestro flamante asimétrico. Más tarde viró la boya el Txiripa y luego el resto de la flota.

Navegábamos felices viendo inflada la nueva vela, cuando Josu, desde el Mastabakarra que nos seguía de cerca, gritó: ¡Lo lleváis al revés! ¡Que está al revés!.

¡Jopé, qué vergüenza! ¡Que tiene razón! ¡Hay que darle la vuelta, intercambiar los puños de atrás a delante y de delante atrás!

Lo curioso y cierto es que, como el rumbo (variando frecuentemente con las roladas) era más de ceñida abierta que de través, el asimétrico al revés no pintaba muy mal… El tener una entrada más plana (por la baluma que es más corta que el gratil y queda más tensa) le va bien para ceñir. A lo mejor hemos hecho un invento, pero me temo que solo valdría con muy poco viento. Con vientos un poco más intensos el tener una salida embolsada tiene que ser muy perjudicial y tiene que producir unas escoradas espectaculares. ¡En fin! ¡Es la novatada del día!

El Mastabakarra nos hizo un favor, que agradecemos, avisando del error, pero lo rentabilizó rápidamente adelantándonos mientras nos entreteníamos cambiando el orden de los puños del spinnaker. Finalmente un poco más adelante vimos que era más rentable arriar y volver a la Génova.

A la boya norte llegó primero el 747 que ya se volvió inalcanzable incluso para Geldi-Geldi que con un rating similar (una centésima superior) intentaba seguirlo. El 747 con las condiciones reinantes tenía todas las cartas a su favor. Detrás de Geldi-Geldi llegó a la Norte el Mastabakarra y después llegamos el Trapaia y el Txiripa. 

Empieza la empopada para bajar a Zumaia. Izamos los spinnakers nada más doblar la boya norte. Nosotros esta vez lo hicimos todavía con poca soltura, pero en la posición correcta y empezamos a practicar… 

Es muy diferente de un espí simétrico. No funciona por empuje, sino por flujo laminar por ambas caras, como un Génova. Para un simétrico lo importante es el viento real, mientras para un asimétrico el viento fundamental es el aparente. Cuando pretendemos aproximarnos lo más posible a la popa cerrada (el 180 es imposible) primero tenemos que crear aparente orzando un poco y cazando algo la escota, para después ir amollando a medida que  vamos arribando. Pero hay que mantener un difícil equilibrio para sostener el aparente. Cuando rebasamos el límite o se produce una variación del viento (rolada o variación de intensidad) el aparente desaparece, la vela entra en pérdida y el barco empieza a pararse. Orzar, cazar y empezar de nuevo con delicadeza arribando y largando la escota. También tiene su cosilla lo de regular la altura del puño de amura. Ya le iremos cogiendo el tranquillo.

El Geldi-Geldi y más adelante el 747 iban con asimétricos y ya no nos parecían alcanzables en tiempo real. Nos quedaba la posibilidad de ganarles por rating. ¡Nos preocupaba más el Mastabakarra, que también navegaba con asimétrico enseñándonos su popa y con un rating más bajo que el nuestro! ¡Ojo con ese barco que parece un competidor serio! Pero también nos preocupaba el Txiripa que con su espí simétrico rosa se nos iba acercando por la popa. ¡Emocionante y divertido!

En esto, el Comité decidió que la cosa iba muy lenta y acortó entonces la prueba. En vez de dos vueltas al triángulo, la segunda se reduciría a ir a la boya del oeste y volver directamente a meta de llegada.

El Mastabakarra no acertó con los rumbos y los bordos en la empopada. Claramente se quedó estancado. El Txiripa sí nos seguía pero no conseguía rebasarnos. A la boya de Zumaia llegaron primero 747 y Geldi. Después nosotros con el Trapaia y detrás creo que primero el Txiripa y después Mastabakarra (no estoy muy seguro de estos dos últimos, pero en cualquier caso lo hicieron muy juntos). No puedo comentar nada del resto de la flota, porque yo realmente es que no la veía.

Comienza de nuevo la ceñida hacia la boya del oeste, pero en condiciones claramente mejores que la primera vez. Algo más de viento y además un poco más rolado hacia el norte, lo que facilitaba un rumbo directo o casi directo, aprovechando bien las pequeñas roladas a la derecha. Ahí dejamos bastante rezagados al Txiripa y al Mastabakarra y nos aproximamos un poco a los de delante. 

Viramos la boya del oeste en el mismo orden que la primera vez: 747, Geldi-Geldi, Trapaia, Mastabakarra, Txiripa… y resto. Digo “resto” porque estaban muy lejos y repito que no podía seguir su regata, bastante tenía con la nuestra y con los 4 competidores directos que estaban más cerca. 

Esta vez la virada y la izada del asimétrico fue un éxito rápido y sin líos ni equivocaciones. La tripulación aprende pronto. Y de nuevo el bonito juego de seguir al viento aparente y mantenerlo, pero en este rumbo era más fácil, o tal vez lo hacíamos mejor y el barco iba de maravilla. Pronto nos dimos cuenta de que podríamos obtener suficiente ventaja sobre Mastabakarra y Txiripa (al que vimos con problemas en la izada del espí) como para ganarles a pesar de su rating más bajo. También pensábamos que la ventaja del Geldi-Geldi podría no ser suficiente para ganarnos. No lo teníamos tan claro con el 747 que lo veíamos demasiado lejos. 

En el regreso a meta nos fuimos cruzando con toda la flota: Mastabakarra, Txiripa, D&j, El Bocal y Maixu que no tuvo su día bueno e iba renegando de que todo le estaba saliendo fatal ese día. ¡Tranquilo Kastor… otro día será el bueno!

Cuando cruzamos con El Bocal, Julio nos sacó unas fotos navegando con el nuevo espí. Afortunadamente en este bordo ya lo teníamos bastante bien controlado y pintaba muy bien. Ahí van esas fotos.






Finalmente el 747 ganó en tiempo real sacándole cinco minutos y medio al Geldi-Geldi y este otros seis minutos al Trapaia. Nosotros le sacamos trece minutos al Mastabakarra y este dos al Txiripa, que ya le estaba alcanzando, recuperando el tiempo perdido, pero no tuvo suficiente regata para conseguirlo.

En tiempo compensado gana de nuevo el Trapaia, seguido por 747, Mastabakarra, Txiripa, Geldi-Geldi, El Bocal y Maixu. El D&j se retiró.

Podéis ver la clasificación de la regata, la general de la liga y la “general arreglada” descartando dos regatas por barco, pinchando en el enlace: