El fin de semana del 13 y 14 de julio planificamos una
travesía en flotilla para pernoctar en Hondarribia y regresar el domingo a
Zumaia. Yo era el convocante de la travesía, pero el día anterior por la tarde tenía
el motor medio desarmado, para revisar y desatascar todo el circuito de la refrigeración.
Afortunadamente Jose Angel (Náutica Itxurun) me solucionó el problema a las 6 de la tarde,
después de tres horas de arduo trabajo, con un calor insoportable. Yo solo le
ayudé en lo poco que pude, pero también terminé cansado y sudoroso. Me apetecía
ir a casa a ducharme y a dormir en cama. Antes de eso hice una llamada al
puerto de Hondarribía para saber si nos podría reservar espacios de amarre para
la noche del sábado. Me dijeron que no habría problemas, pero que les llamase
de nuevo el sábado sobre las 12:15 a 12:45 para confirmar.
Nos citamos en el pantalán a las 10:00, previendo hacer la
salida sobre las 11:00, y yo que era el convocante me dormí y llegué tarde, a eso
de las 10:40
El Txiripa (Patxi y Esther) estaba ya en Hondarribia desde
el viernes por la noche para asistir al festival de Blues. Nos encontraríamos con
ellos el sábado por la noche.
El Ocnos (Gonzalo) había ido a pasar la noche del viernes a
San Sebastián y nos encontraríamos también en Hondarribia, pero probablemente
el domingo, porque el sábado tenían una cena allí con otra gente.
El Geldi-Geldi de Pedro con dos tripulantes salió sobre las
10:45 (cuando yo llegaba al puerto).
Sobre las 11:15 salimos de Zumaia el Maixu (Kastor, Arantxa
y sus dos chavales), el Mastabakarra (Josu y Xabi) y el Trapaia (Eneko y yo). Nuestro
plan era hacer escala en Pasajes para comer en los barcos abarloados y saltar a
tierra para estirar piernas y tomar un cafecito. Como eso demoraría su tiempo
se supone que llegaríamos a Hondarribía al anochecer, por lo que era importante
haber hablado con el puerto para tener garantizado el amarre.
El viento era del NW, con lo que después de salir un poco
hacia el NE, izamos el espí y disfrutamos de una travesía muy agradable y
divertida.
A eso de las 12:30 llamé por teléfono al puerto de Hondarribía,
dando los nombres y esloras de los 4 barcos que íbamos a llegar esa noche (el
Geldi.Geldi ya había hecho su reserva desde el jueves, pero solamente para él).
Me dieron sin problemas los números de pantalán para cada barco y los comuniqué
por radio a los interesados, incluido el Ocnos, al que no veíamos porque había
salido de Donosti e iba por delante directo a Fuenterrabía sin plan de entrar
en el puerto de Pasajes.
La entrada en Pasaia fue como otras veces, espectacular.
Trasluchamos el asimétrico para enfilar la entrada amurados primero a estribor
y algo más tarde a babor y finalmente a orejas de burro y de nuevo a estribor.
Arriamos dentro de la bahía. ¡Qué bonita es esa entrada! Es como un fiordo estrecho
que se abre finalmente al gran puerto comercial, pesquero y deportivo.
Mastabakarra entrando en Pasaia |
Al fondo Pasajes de San Juan |
Trapaia intentando atracar. Dificil buscar una escalera y que el barco no se meta debajo del muelle |
Finalmente abarloando a un pesquero |
Mastabakarra acercándose |
Abarloados al pesquero "Manolito" |
Kastor luciendo el torso |
De izda. a dcha. Xabi, Eneko y Josu |
Sin palabras que se pierde bocado... |
¡Que no falte de nada! |
La encantadora sonrisa de Maialen |
Corte del melón |
Arantxa con Maialen: amor de madre |
El único problema es que en los pantalanes (que son nuevos y
están adjudicados a vecinos del municipio) no hay uno de cortesía para transeúntes
y está prohibido amarrar.
El Geldi-Geldi estaba ya haciendo un recorrido por el interior
del puerto cuando nosotros entrábamos y decidió continuar navegando por la
bahía y comiendo algo sobre la marcha para continuar después la travesía sin
detener el barco ni bajar a tierra.
En la zona de San Pedro, la forma de construcción de los
muelles de pesqueros hace que sea peligroso el amarre de embarcaciones pequeñas
(más pequeñas que un pesquero profesional). Así que dado el poco tiempo que
íbamos a estar allí, nos abarloamos a un pesquero de los que se hallaban
amarrados. Pusimos el toldo y la mesa en la bañera del Trapaia. Hicimos mesa
común con aportación de las provisiones culinarias de cada uno y comimos y
bebimos a placer. Disfrutamos mucho del
momento y sobre todo de poderlo
compartir en armonía y buen rollo. Después unos cafés con hielo en la terraza
de un bar y ya empezamos a sentirnos como marineros de viaje, “de puerto en
puerto”.
Arriar, abarloar, amarrar bien, pensando en la marea, saltar
de barco en barco, comer de forma improvisada (pero muy bien), subir por la escalera
de hierro de la pared, pedir en tierra una consumición, volver al barco y
zarpar. Todo eso es relativamente incómodo, lleva tiempo y parece (y es) una
complicación innecesaria. Tan innecesaria como empeñarse en navegar a vela en
la era de la mecanización, de la velocidad, de la seguridad y la comodidad…
Pero los que conocemos el secreto de todo eso no necesitamos que otros lo
entiendan. Lo compartimos y lo disfrutamos. ¡Y cómo lo disfrutamos!
Y de nuevo saliendo, por el estrecho canal, al Cantábrico
abierto, a navegar, al viento y a las velas.
La travesía hasta Hondarribía fue totalmente a vela y en el
caso del Trapaia todo el tiempo con el espí asimétrico nuevo, practicando la
maniobra y el trimado. ¡Qué gozada! Es como ir jugando todo el rato con una
cometa enorme. A eso de las 9:30 estábamos todos en el puerto, pensando en
ducharnos y en ir a cenar en alguno de los infinitos restaurantes de Fuenterrabía.
En el puerto se nos unió el amigo Josu Gerra (El navegante
oceánico que hizo algunas de las regatas de la Olarru Cup en el Trapaia), así
que, a pesar de que no conseguimos contactar con Patxi y Esther, estábamos ya 12
personas dispuestas a buscar un sitio para cenar juntas en Hondarribía, en un sábado
de caluroso verano y en plena euforia “blusística”. ¡Que ingenuidad! ¡Fue absolutamente
imposible!.
Otras veces habíamos hecho eso en un Self-service del
malecón que estaba muy bien. Fuimos allá y había desaparecido o se ha
convertido en una heladería. En una Pizzería con bastante movimiento nos
dijeron a las 10:15 que si volvíamos a eso de las 11:30 tal vez habría sitio.
La familia del Maixu decidió volver hacia el puerto para ver si allí había
menos aglomeración de gente y conseguían dar de cenara a los niños a una hora
razonable. Los tres del Geldi-Geldi decidieron que cuanto más reducidos
fueran los grupos más fácil sería
encontrar cena y se fueron a buscarla por su cuenta. Los cinco restantes nos
fuimos a “tomar algo” para hacer tiempo.
No tuvimos que “tomar mucho” porque no se podía ni entrar en
los bares. En uno decidimos que entrasen dos a pedir zuritos para todos y
sacarlos a la calle. Estuvimos casi media hora charlando en la acera esperando
a que los de la heroica avanzadilla consiguiesen sacarnos la bebida.
A las 11:15 volvimos a la pizzería y nos dijeron: “imposible,
tal vez a eso de la 12:30…”. Todavía nos estarán esperando, porque tuvimos la
suerte de ir a tomar unas cervezas en un bar de platos combinados y justo nada
más entrar ver una mesa libre, preguntar y sentarnos ¡A CENAR!. La cena nos la
sirvieron a las 12:00 exactamente, como si hubieran puesto interés en no
pasarse de fecha… La emoción fue tanta que hicimos fotos de los platos y los
enviamos a Kastor y Arantxa. La respuesta fue una foto de un plato combinado muy
parecido y un texto diciendo que su situación había sido muy similar. Se habían
sentado una hora antes, pero la cena se la acababan de servir casi al mismo
tiempo que a nosotros.
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Josu Gerra y yo ante los platos combinados |
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Esperando para empezar a que Josu Arano y Xabi recibieran sus platos. ¡No hay que perder la buena educación! |
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La foto que le enviamos a Arantxa |
En fin. Para otra vez ya sabemos lo que hay que hacer: La
comida de grupo en un restaurante de Pasaia al mediodía, que seguro que no hay
problemas, y en Hondarribía cenar en los barcos y salir después a tomar unas
copas al pueblo. ¡Hay que ver para creer,
como estaba de gente…!
Después de cenar nos reunimos con los tripulantes del
Geldi-Geldi en una terraza que estaba a 20 metros de donde habíamos cenado. Hubo
sillas para todos y pudimos tomarnos unos gin-tonics, charlando relajadamente y
contemplando la variada fauna humana que pululaba por el entorno.
A eso de las 3h fin de fiesta y a dormir, aunque algunos más
jóvenes la prolongaron con unas cervecitas en el barco hasta eso de las 4h.
El domingo, desayuno, ducha y a las 12 zarpamos de regreso. Viento
totalmente de proa nada más doblar el cabo Higuer.
En el Trapaia nos dimos
cuenta al izar velas que teníamos roto un patín de la mayor y el sable estaba
machacando el mástil a ambos lados del canal de la relinga. Entre desviarnos
hacia la zona de la playa y abarloar al Spirit of Anuk (el barco de Josu Gerra)
con la dificultad del viento y reparar el desperfecto, perdimos casi una hora.
Cuando
salimos de la bahía y nos enfrentamos al viento del oeste decidimos seguir a
motor al menos hasta alcanzar al resto de la flota, cosa que hicimos a la
altura de Pasajes. Entonces pusimos velas y navegamos haciendo bordos hasta
entrar en la bahía de Donosti.
Boyas, baños, comidas en cada barco y de nuevo a
la mar para volver a Zumaia.
¡Bonito fin de semana!