viernes, 7 de septiembre de 2012

TRAVESÍA DE AGOSTO 2012: ZUMAIA - RIBADESELLA - ZUMAIA



El sol, dándose un baño en Zumaia el día anterior a nuestra travesía

La pata en Zumaia, con los patitos que nacen sabiendo nadar

29-07-2012, Domingo. Zumaia – Elantxobe (18 millas)

 
Los 3 barcos amarrados al muelle de Elantxobe

El 29 de agosto, con buena mar y poco viento salimos de Zumaia EL BOCAL (Julio y Yoli), el TXIRIPA (Patxi y Esther) y el TRAPAIA (yo, en solitario de momento). Primer destino Elantxobe. Un viaje tranquilo. Amarramos a la pared (no hay otra opción) y saltamos a tierra a degustar unos pinchos y unas cervecitas. Como siempre encontramos el puerto y el pueblo con todo su encanto típico y acogedor. A la noche disfrutamos de la primera tertulia nocturna del viaje. Abarloados muy próximos y en la tranquilidad que reinaba en el puerto, podíamos charlar de barco a barco sin necesidad de levantar la voz. Hice unas fotos nocturnas intentando captar el ambiente, pero creo que no lo conseguí del todo. 

 



30-07-2012, Lunes. Elantxobe – Getxo (25 millas)

Por la mañana habíamos planificado hacer una subida a Ogoño. La hicimos el año pasado y nos apetecía repetir. Pero eso es lo que pensábamos en el relativo frescor de la noche anterior, porque con el calor que a las 10 de la mañana hacía en el puerto a ninguno nos apetecía un carajo ponernos las zapatillas de caminar y subir a Ogoño. Es una subida no muy larga, pero muy empinada y se hace bastante dura. Así que hubo unanimidad en el desistimiento.
Además Julio y Yoli se habían traído un juguete maravilloso: una piragua amarilla que hizo las delicias de todos en esa mañana calurosa. Remar un rato y bañarse en el puerto (es un puerto muy limpio) era mucho más apetecible que subir al monte.
Además la mar estaba muy calmada y permitía salir del puerto con la piragua a visitar las cuevas del acantilado. 
Patxi saltando desde el muelle ¡Vaya estilo!

Y después remando

Aquí la que rema es Yoli y los gorrones que se la ham pegado son Esther y patxi
De mañana había poco viento para navegar a vela, pero hacia el mediodía notamos que ya empezaba a soplar un NE que parecía “navegable”. 
Salimos con destino Getxo, poniendo primero rumbo al cabo Matxitxako, después al cabo Villano, Punta Galea y puerto de Getxo.
El viento era flojo de NE, así que el Txiripa navegaba con spí y yo para no quedarme atrás sudaba un poco atangonando Génova y/ó haciendo orejas de burro. El  Bocal se quedaba algo más atrasado. En esta travesía aprendieron un par de cosas básicas, pero importantes que seguramente harán que en próximas ocasiones no resulte tan fácil dejarlos atrás…

El Txiripa con spinaker navegando de Elantxobe a Getxo
En Getxo, pantalán, ducha y cena estupenda en el Txiripa, con unos pollos asados que trajeron Patxi y Julio de una pollería Rally que hay en el puerto. 

Patxi y Esther en Getxo

Yoli y Julio antes de zarpar para Laredo

31-07-2012, martes. Getxo – Laredo (20 millas)

Salimos del puerto deportivo con viento del sur. Patxi y Esther, que habían cogido gusto a la empopada el día anterior, sacaron el spinaker dispuestos a repetir el placer. Pero no llegaron a cubrir con spí ni dos tercios de la longitud del superpuerto. Primero nos quedamos sin viento y después empezó a entrar del NE con bastante fuerza, pero a ellos, que se habían acercado, llevados por el viento sur, al socaire de los enormes acantilados de la Galea, el viento del NE les tardó en llegar y estuvieron parados un rato.
Entre tanto, El Bocal, que había salido a motor a rumbo directo, encontraba, a la altura del Cajón de Zierbena, un buen chorro de viento, paraba el motor y tomaba airosamente la cabeza de la flota. 
El Trapaia se había empeñado en salir a vela (¿Qué raro, verdad…?) y haciendo bordos diversos ante las roladas y encalmadas, se encontraba en la parte izquierda de la salida del superpuerto, más cerca de los muelles de Petronor y empezaba a recibir el chorro del NE antes que el Txiripa, pero a la vez que un First 35.7 que estaba a 50 metros en paralelo. Iban 4 o 5 tripulantes. Llevábamos un rato navegando en paralelo a la misma velocidad. Empezaron a cazar las velas… ¡Imposible resistir la tentación! ¡Voy solo y con menos barco, pero os va a costar un poquito dejarme atrás!
El viento subía por segundos. Ellos ni tomaban rizos ni amollaban las escotas. ¡Pues yo tampoco! Los barcos escoraban. Ellos ceñían y tenían sotavento, pero el Trapaia no lo hacía peor. Les aguantaba la ceñida. Llevaba la caña con una mano y la escota de mayor en la otra ¡por si acaso… la guiñada! Pero la mar estaba todavía llana y se aguantaba bien. Si embargo mi escora era superior a la suya, entre otras cosas porque en mi barco nadie hacía banda y cuando fuimos saliendo más afuera y el viento seguía aumentando y se notaba más ola, ¡me rendí! Amollé un poco y tomé un rumbo más abierto y le di una vuelta al enrollador de la Génova, más que para reducir vela, para asegurar que no se saliera de la relinga en algún golpe de viento. Así que los del 35.7 se fueron contentos de quitarse de encima un enano molesto, ¡je, je!. Así fue la salida del puerto de Bilbao.
Una vez fuera del último espigón, el de “los molinos”, el rumbo a Laredo era con viento de aleta. ¡Pero qué viento! ¡Y qué ola se fue formando! Menos mal que nos tocaba de popa.
Llegó un momento en que ya me había habituado al viento y a la ola y el barco iba como una moto, con las dos velas y sin tomar rizos, pero se me ocurrió que podría ir más relajado, con menos escora y menos bandazos, si rizaba la mayor. Y para rizar no se me ocurrió peor idea que poner el motor en marcha y aproar el barco, para que la mayor no portase. Tengo los rizos reenviados a la bañera, pero tomarlos en solitario se complica siempre un poco, por eso pensé que lo haría mejor con el barco aproado. Si hubiera estado en una regata, naturalmente no se me habría ni ocurrido lo de recurrir al motor y seguramente lo habría hecho mucho mejor navegando de ceñida con la génova, y dejando largada la mayor.
Después de rizar mayor. 
En el vídeo no se aprecia bien la ola.
Al fondo se ve El Bocal que va por delante

La cosa es que os podréis imaginar los pantocazos y los rociones que recibí. Ricé la vela, pero entre tanto las escotas de la Génova (que estuvo gualdrapeando proa al viento), se enredaron una con la otra y después de rizar y de retomar el rumbo había que ir a proa a deshacer el enredo. Estaba solo, así que primero me puse el chaleco-arnés autoinflable y la linea de vida y me fui a proa. Procurando hacer todos los movimientos con la máxima calma deshice el enredo. Entretanto escuchaba las llamadas de radio que me hacía Esther desde el Txiripa, para saber si todo me iba bien, pero no pude responder hasta que tuve todo bajo control.
Después todo fue bien, aunque sin relajación ninguna. Un poco después de la maravillosa “maniobra de rizos” adelanté a El Bocal que llevaba muy mal la mayor (más tarde averiguamos la razón). El Txiripa creo que navegó solamente con la Génova y estaban muy satisfechos de haberlo hecho así. Tardaron poco más pero fueron tranquilos. Al llegar al peñón de Santoña, trasluchada de 100 grados y rumbo al nuevo puerto deportivo de Laredo.
¿Donde arriar las velas con este viento y esta ola? Me acerqué a la bocana del puerto para ver si entre esta y la playa había una zona un poco más calmada y desventada. Así era. Cerca de las balizas de la playa viré, puse proa al viento y arrié sin problemas.
El nuevo puerto de Laredo está ya inaugurado, pero a falta de servicios tan elementales como los WC (solo hay dos y están en capitanía) y las duchas que según nos dijeron las estaban instalando.
Comiendo o más bien merendando, en El Bocal el día 31, recien llegados a Laredo
En compensación hay que decir que en capitanía hay una chica pelirroja simpática y guapísima que se llama Irene que nos hizo rebajas en el precio. Además el puerto estaba casi vacío de barcos y muy limpio, con lo cual y teniendo en cuenta que nos tocaron días de mucho calor, nos dábamos un baño en las aguas del puerto, un jabonado al aire libre y nos aclarábamos después con la ducha de agua dulce del barco o con la manguera en el pantalán. La pena es que no se podía hacer en bolas, como es debido, porque estábamos a la vista de todos los paseantes del malecón y se imponía un mínimo de discreción.



01-08-2012, miércoles. Laredo (0 millas)

El día 1 de agosto descansamos paseando por Laredo, haciendo compras, bañándonos, navegando con la piragua y comiendo un marmitako en la bañera del Trapaia, que por no tener rueda tiene, de los tres barcos, la bañera más adecuada para comer más de 4 personas. Ocurrió lo de siempre: a la hora de ponerse a comer, con la mesa repleta de manjares exquisitos de picoteo y en medio la perola de marmitako, nadie se acuerda de sacar una foto para el recuerdo. Siempre nos acordamos después, cuando los platos están vacíos y la mesa está hecha una guarrería (pero la tripita llena, claro). 







Y al día siguiente se incorporaba al grupo mi compañera de expedición, Amaia. Así que a partir de este instante dejaré que sea ella quien os cuente el viaje a su manera y con sus propias impresiones. Son las impresiones de una persona que tenía muy escasas experiencias de navegación y alguna bastante desagradable. 
Y ¿Quién es Amaia?, ¿De dónde surge y aparece en el Trapaia?.
Pues yo la conocí cuando tenía unos 11 ó 12 años y yo tendría por lo tanto 35 ó 36. Era una niña preciosa y dulce a la que yo solía decir: ¡Voy a esperar a que te hagas mayor para que seas mi novia!. Ella todavía se acuerda de eso y dice que yo le gustaba mucho. Ahora que tiene 41 ya es mayor y ya ha tenido varios novios (muy majos por cierto) pero naturalmente no quiere para nada un novio, ni siquiera un ligue, de 65. ¡Que le vamos a hacer!. Bromas aparte somos muy amigos. Siempre nos hemos tratado con mucho cariño y siempre nos hemos hecho confidencias y nos hemos entendido bien. Así pues Amaia no es una tripulante contactada por internet en La Taberna del Puerto ni es mi pareja. Pero sí es mi amiga desde hace mucho tiempo y por lo tanto ninguno de los dos tenía demasiado miedo de que las cosas en esta “embarcada” fuesen mal entre nosotros.
Hecha esta presentación, dejo que sea Amaia quien continúe con la crónica del viaje. Ha tomado más notas que yo.
Una pequeña aclaración: Para Amaia, igual que para todos mis más antiguos amigos, soy “Kike”. Empecé a utilizar el nombre oficial “Enrique” hace unos 25 años, cuando me pareció que no quedaba bien que un Export Manager o un Jefe de Marketing firmase documentos y diese tarjetas con el diminutivo Kike. Si al menos fuese una traducción al euskara podría justificarse, pero no lo es. Así que dejé de usar el Kike y me pasé al Enrique. Además a mi última esposa no le gustaba lo de Kike y siempre me llamó Enrique, así que podéis llamarme como os parezca. A mí “Kike” me sigue sonando bien.


El cuaderno de bitácora de Amaia

Cuando Kike me propuso acompañarle en el velero, atravesaba, (y sigo atravesando), un momento personal de traumática ruptura, con el consiguiente descoloque y el trabajo de reubicarme. Puse toda mi energía en conseguir hacer esa travesía en el “Trapaia”. Lo necesitaba de veras. Necesitaba vacaciones, necesitaba desconectar, necesitaba navegar.

Esther y Patxi en el “Txiripa”, Julio y Yoli en el “Bocal” y Kike en el “Trapaia” salieron del puerto de Zumaia el día 29 de julio. Yo tenía una actuación el 1 de agosto, así que seguí su travesía por teléfono y me uní a ellos por tierra en Laredo el 2 de agosto.

02-08-2012, jueves. Laredo – Santander (21 millas)

Salgo a las 9:20 de Bergara en autobús (que llega con retraso) rumbo a Bilbo. Tengo las ganas de subirme al barco a flor de piel. Veo que no voy a llegar a tiempo al enlace de autobús para Laredo y a pesar de mi ansiedad intento relajarme diciéndome que habrá otro, que no pasa nada, que me esperarán. Y así es. A pesar de llegar con retraso, llego a tiempo para tomar el siguiente autobús que sale media hora más tarde con destino Laredo.

Kike, Esther y Patxi están esperándome en la parada. ¡Ya estoy aquí!.
Compramos unas viandas para el viaje en el camino hacia el puerto deportivo. Nos damos un baño antes de salir a navegar. Hay pocos barcos y es posible. El baño me sienta fenomenal. Es justo lo que necesitaba. Nos duchamos con agua dulce en la bañera del barco (el puerto está recién inaugurado y todavía no hay duchas) y salimos con sol y buen tiempo.
Viento NW (Noroeste).
Soy una inexperta grumetilla. Empiezo a familiarizarme con los términos de navegación, con la importancia del viento y el estado de la mar. Como vamos hacia el Oeste, nos toca hacer muchos bordos para llegar a destino. Y además tenemos mar de fondo del noroeste, así que damos algún que otro pantocazo.
El tiempo va empeorando en el trayecto. Nos vamos poniendo ropa encima. Encontramos algún chubasco. Llegamos a Santander lloviendo.
Entre la lluvia y los rociones de las olas, que salpican y corren hacia popa por la cubierta, formando un reguero que nos moja el culo (bautizado: “Río-Culo”) llego hecha una sopa. Tengo mojadas hasta las bragas.
Atracamos en Puerto Chico. De lujo. En el mismo centro de Santander. Esther se ha encargado de buscarnos sitio gracias a que algunos barcos han salido hacia la Regata el Gaitero, que si no, es imposible atracar aquí.
Nos damos una reconfortante ducha caliente en puerto y salimos a cenar un Kebab en el mercado, preparado ¡con un amor!. El chico que los prepara es estudiante de medicina y trabaja en verano aquí para ayudar a sus padres a pagar la carrera. Quiere ser cirujano. Es un encanto de chaval. El mejor Kebab que he probado nunca. Nos aconseja la heladería Capri para tomar un rico helado de postre. ¡Todo un acierto!.
Volvemos al barco dando un paseo nocturno.
A dormir y a descansar que falta nos hace.

03-08-2012 viernes. Santander - Santander (13 millas)

Nos desperezamos con tranquilidad. Cada cual hace su plan.
Los tripulantes del Trapaia (Kike y yo) salimos a pasear y comprar víveres. Visito la librería GIL y me abastezco también de cuentos.
Salimos a navegar por la bahía, hasta la playa del Sardinero. Había mucho viento y fuimos practicando las viradas. Hubo que hacer muchas porque había demasiado tráfico: optimist, cruceros, motoras, barcos turísticos y hasta mercantes. Un estrés.
Fondeamos, después, en una playita detrás de la península de la Magdalena; probamos a echar el ancla por primera vez (Kike nunca la había utilizado). Comemos allí fondeados. Siesta. Hace mucho viento; fresco para un baño. No nos bañamos. 


Amaia a la caña atardeciendo en Santander

Puerto Marina del Cantábrico (Santander)

Marina del Cantábrico (Santander)
  Nos damos un paseo con el barco entrando por la bahía hasta llegar al otro puerto deportivo “Marina del Cantábrico” que está junto al aeropuerto. Es un puerto mucho más grande y moderno que el de Puerto Chico, pero tiene el inconveniente de estar bastante alejado del centro de la ciudad. Le echamos un vistazo porque en el viaje de vuelta seguramente tendremos que atracar aquí. Volvemos a Puerto Chico.
Julio y Yoli (“el Bocal”) deciden regresar a Zumaia desde Santander. Esther y Patxi en el “Txiripa” y Kike y yo en el Trapaia, saldremos hacia Llanes mañana.

04-08-2012 sábado. Santander – Llanes (47 millas)

Nublado. Viento NW. Mar de fondo (olas de 2 a 3 metros).
La ola no me resulta molesta, disfruto del vaivén del barco. No tengo problemas de mareo. Viento flojo. En la salida vamos a motor un buen rato. Probamos a sacar vela pero, avanzamos a 2-3 nudos de velocidad. Tenemos muchas millas por delante y queremos llegar de día a puerto. Recogemos la Génova y avanzamos a motor y vela, con la mayor izada para que dé estabilidad al barco.
Kike me va tomando la lección durante la travesía. Es un exigente instructor pero aprendo mucho con él. Ya no son cuerdas si no cabos; la cuerda roja es la driza y la gris el amantillo. Me deja llevar la caña del timón un rato, para aprender a orzar y a arribar manteniendo el rumbo sintiendo el empuje de la caña con las olas.  Lo que más me gusta es virar: tirar de la escota de la Génova cuando el viento pasa por proa para que la vela pase al otro lado y conseguir cazar el cabo sin apenas darle a la manivela. Como el tema me interesa, no me cuesta aprender. Soy alumna aplicada y tengo contento a mi instructor.
Llegando a Llanes me siento en la proa a disfrutar de la navegación. Me siento como la reina de los mares surcando las olas sobre un caballito de mar. Vamos llegando y hay que arriar la mayor antes de llegar a puerto aproando el barco.
 Atracamos en el puerto pesquero porque en el deportivo no hay sitio. (A penas disponen de dos o tres plazas para transeúntes). Nos abarloamos a dos pesqueros. Así, no tendremos problema de amarre cuando baje la marea. (A Llanes hay que entrar en pleamar). Menos mal que Patxi nos ayuda porque yo aún no tengo mucha idea de cómo amarrar el barco. Ya he aprendido a hacer el “ballestrinque” para las defensas y el “as de guía” y el “nudo de cornamusa” para amarrar el barco pero, me falta práctica.









Ponemos la funda a la Génova, cerramos la cremallera de la lazy-bag donde va la Mayor, apagamos la electrónica y ponemos las tapas del G.P.S. y demás pantallas, guardamos el piloto automático. No hay duchas así que, nos vestimos para salir a puerto, ponemos la falca y salimos del barco a visitar Llanes con Esther y Patxi. Mentxu (madre de Kike) y Blanca (su hermana) que están aquí de veraneo, nos acompañan y nos recomiendan donde cenar.
 Cenamos unas raciones en una sidrería, en la terraza de una placita, con músicos callejeros de fondo. Hay además mucho barullo de gente. Habríamos agradecido algo más de tranquilidad. La sidra entra muy bien, pero cuesta esperar a que los camareros lleguen a escanciarla como es la costumbre. Como estamos en la calle y no hay miedo a mojar el suelo, lo intentan todos menos yo.
Cuando llegamos al barco hay bajamar y da un poco de vértigo bajar por la escalera de pared para llegar al barco. Menos mal que no nos ha dado por tomar Gin Tonics.

05-08-2012 domingo. Llanes – Ribadesella (16 millas)

Despertamos sin prisa. Es maravilloso amanecer en el puerto de Llanes entre los pesqueros.
Compramos víveres, tomamos un café en una terraza, comemos en el barco y salimos rumbo a Ribadesella.
Saliendo de Llanes


Viento NW. Mar de fondo y mar de viento.
Cuando salimos a la mar vemos que las previsiones de viento del “Wind-Gurú” no han acertado. Hay mucho más viento: de 10 nudos que decían a 20-24 nudos. La cosa se complica con la ola de fondo.
Lo que parecía un trayecto corto y fácil, empieza a complicarse.
Hay que recoger trapo, navegar con rizo, porque hay mucho viento.
El barco escora una barbaridad. Siento miedo de caerme al agua. (A Kike no se le ocurre sacar los chalecos salvavidas). No dejo de mirar cómo soltar rápidamente el aro salvavidas en caso de que alguien caiga al agua.
Nada más salir, Kike me deja llevar la caña un rato. Después, ni lo sugiere. La cosa está complicada.
Aunque el trayecto pedía hacer pocos bordos, la ola nos empuja a tierra y hay que hacer más bordos de los previstos en un principio para ganar barlovento y llegar a destino.
Nos acompaña un RM 1050, un velero de regatas, con tres tripulantes expertos.
Las maniobras de viraje se hacen complicadas con la escora del barco. Tengo que meterme de rodillas en la bañera para poder tirar de la escota de la Génova. En este momento no disfruto nada con eso de virar. Estoy acojonada y cada vez que Kike dice “hay que virar”, me cago por la pata pa´bajo. Para colmo la escota de la Génova se engancha en el winche del mástil. Me toca ir a desengancharla porque prefiero que Kike se quede al mando del barco. Tengo un miedo terrible a caerme al agua. Afortunadamente, consigo desengancharla y seguir en el barco.
Menos mal que hemos comido antes de salir. No se me ocurre ni fumar porque bastante trabajo tengo agarrándome al barco para no caerme.
Damos varios pantocazos que nos duelen.
Acabamos recogiendo la Génova, cogiendo dos rizos a la Mayor y poniendo motor para llegar a Ribadesella, donde también hay que entrar con pleamar.
Los del RM llegan mucho antes y nos esperan para entrar en puerto juntos. Todo un detalle por su parte.
Tengo unas ganas terribles de llegar a puerto y pisar tierra. 
Haciendo una maniobra de atraque, al girar, el Trapaia queda encallado. Menos mal que Kike mete la marcha atrás, insiste y por fin conseguimos salir de allí. Los chicos del RM nos ayudan a amarrar. Son Edu, Kike y Manolo de Bilbao, experimentados marineros. Flipo con la agilidad que tiene este Kike para hacer el “as de guía” con una mano. Muy majos.

¡FELIZ...! ¡YA ESTAMOS AMARRADOS EN RIBADESELLA!


En el puerto no hay servicios ni duchas, pero la estancia en el pantalán de acogida es gratuita. Te piden una fianza al entregarte las llaves del pantalán y te la devuelven cuando te vas. Se puede conectar agua y electricidad si tienes mangueras suficientemente largas para llegar a las tomas de los pantalanes próximos. En el de acogida no hay conexiones.
Patxi, Esther, Kike y yo nos damos un homenaje cenando en tierra. Kike y yo compartimos nuestro menú y así degustamos un poco de todo: Patatas con pulpo,  fabines verdes con gulas y almejas, Bacalao al horno y Lenguado en salsa verde, acompañado de dos botellas de Ribeiro.
Siento el mareo de tierra y no es por el Ribeiro: parece que todo se mueve como si estuviéramos en el barco.
Caigo rendida al sueño. Duermo estupendamente en el barco pero esta noche estoy alterada, supongo que por lo vivido durante el día.

06-08-2012 lunes. Ribadesella.

Amaia en su camarote
Día de descanso. Necesitamos un poco de tierra después de la de ayer. Tranquilidad, sin prisa, sin horario.
Kike y yo salimos a pasear por la playa del pueblo. Echamos un vermouth con aceitunas mirando al mar. Hacemos unas compras, comemos en el barco y siesta.
 Por la tarde nos toca arreglar el desaguisado del depósito de aguas negras. Con el ajetreado viaje de ayer no lo vaciamos y se ha sobrado. Poco, menos mal. Nos toca limpiar. También toca arreglar los desperfectos, tras el temporal de ayer, en la lazy-bag y en el puño de driza de la mayor.


acompañada de ¡sus cosas!
 Cenamos unas raciones en el puerto con Patxi y Esther. Cena de despedida: el Txiripa sigue hacia Gijón y el Trapaia debe dar la vuelta e iniciar el camino de regreso a casa. Apetece mucho seguir pero no contamos con más días de vacaciones. Por teléfono sabemos que El Bocal, Yoli y Julio, están ya en Laredo.


07-08-2012 martes. Ribadesella – Santander (63 millas)

Salimos a eso de las 10:30h. de la mañana, con marea alta para poder salir del puerto de Ribadesella.
Viento NE real de unos 16-19 nudos, que en ceñida representaba un aparente de 22-25 nudos.
Viento y ola en contra, ambos del NE, para el rumbo: Santander.
Para el Txiripa, que va a Gijón, el viento y la ola van a favor.
¡Hola!
Tiramos a motor un rato y probamos a sacar vela. Vamos más tranquilos que en el viaje anterior pero a vela apenas avanzamos: 2-3 nudos de VMG; y tenemos muchas millas por delante.

A motor conseguimos alcanzar los 5 nudos. La travesía resulta ser todo un trabajo de paciencia. El trayecto se hace largo y pesado a ratos con el molesto ruido del motor acompañándonos. Hay tiempo para todo: para abstraerse, reflexionar, comer, beber, fumar, contemplar el paisaje, controlar la ansiedad, para cantar, para contarnos, para el silencio…


Navegar es como surcar el mar de la vida. La vida llevándote al mar y el mar devolviéndote a la vida. Navegando me voy preparando a lo que me espera en tierra.




 Vemos anochecer navegando. Kike pone en el depósito de gasoil 10 litros que llevamos en un bidón de reserva. El indicador de nivel no marca correctamente y lo hacemos por precaución.
Llegamos a Cabo Mayor a las 23:00h. Entramos en Santander de noche. Menos mal que el G.P.S. nos guía por el canal. De noche se hace difícil distinguir las luces de baliza de las de ciudad. No sé si son faros de coche o barcos, balizas o semáforos.
Me alegro de haber dado aquel paseo por la bahía cuando estuvimos en Santander en el trayecto de ida. Kike me llevó hasta Marina del Cantábrico, el puerto de Santander que está junto al aeropuerto, para conocerlo y es en el que pensamos atracar esta noche porque en Puerto Chico, el que está en el centro, es imposible, no hay sitio. Haberlo visto antes me tranquiliza un poco. De hecho, conseguimos acertar con la entrada gracias a que recuerdo unas casitas. Se hace difícil reconocer cualquier cosa vista de día.
Al ir llegando, Kike llama por radio (canal 09) para avisar de nuestra llegada. Nadie responde. Lo intenta por teléfono y tampoco. Tienen horario de atención al público. Vamos llegando a la entrada. Esa fila de lucecitas pequeñas parecen los pantalanes. Recuerdo que hay un muelle de espera y allí atracamos, con la ayuda de un señor muy amable que está pescando en el pantalán. Casi me caigo al agua al ir corriendo por el finger (que estaba en malas condiciones y se movía) para amarrar el barco y acabé acercándome a gatas a la cornamusa del final del finger. La humedad de la noche también nos ha calado además de las olas.
Agotados, cenamos en el barco gazpacho y paella precocinada y nos acostamos a la 1 de la mañana. Estoy aprendiendo que esto de los platos precocinados es un buen recurso para navegantes. Además en el barco todo te sabe genial. La deseada ducha caliente tendrá que ser mañana. Llevamos sal hasta en las orejas.

08-08-2012 miércoles. Santander (Puerto Marina del Cantábrico)

Día de descanso. Al menos yo, lo necesito. Necesito un poco de tierra después de la larga travesía de ayer.
El guarda es considerado y además de no despertarnos temprano para pasar por capitanía, nos da la entrada a puerto a las 7 de la mañana, lo que quiere decir que no nos cobra esa noche. Nos asigna y acompaña a una plaza de pantalán.
Por fin disfrutamos de una larga y confortable ducha caliente. Hace 3 días que no disponemos de una. Comemos en el restaurante del puerto. Siesta. Limpiamos el barco y hacemos colada.

Adujando las drizas
Desalando ropas
Tendiendo la colada
Aprovechando el sol y la tranquilidad
Damos un paseo. Cenamos en el barco y preparamos un Gin Tonic que nos tomamos en la bañera, disfrutando de la quietud del agua y la noche, hablando bajito para no perturbar la calma.

09-08-2012 jueves. Santander – Laredo (21 millas)

Amanece con bastante bruma, aunque las previsiones de tiempo son buenas.
Viento NE (Nordeste) flojo, en contra, y ola baja.
A pesar de las previsiones, cuando salimos a la mar el viento que sopla es NW, que nos viene de perlas y aunque es flojo, avanzamos a toda vela, a 5-6 nudos.
Sale el sol y disfrutamos de la travesía. Hace calor y tomamos el sol mientras navegamos.
Entrando en la bahía de Laredo
Antes de entrar en Laredo, visitamos Santoña y el fondeadero del Club Náutico en El Puntal, desde el barco.
Club Náutico y fondeadero,en la ría, detrás del Puntal
Atracamos en el Puerto Deportivo de Laredo.

Trapaia en el nuevo puerto de Laredo
Pedro, el marino que nos recibe y ayuda a amarrar, es muy majo y nos cuenta batallitas de su época de pescador “a bonito”.
Por fin han instalado duchas.
Salimos a cenar y oímos jazz por una calle; parece en directo, una prueba de sonido. Buscando de dónde viene, llegamos a un parque. Suena muy bien. Sobre el escenario veo a Rubén Salvador tocando la trompeta y tras él a Javier Mayor de la Iglesia con el contrabajo. Son los “R.S. Faktor Quintet” y tocan esta noche. Los saludo porque los conozco por cosas de mi trabajo.
Cenamos un menú de noche con Dorada a la plancha y para cuando llegamos a ver el concierto, están todas las sillas ocupadas. Nos sentamos en el suelo, en primera fila, a disfrutar del concierto.
¡Qué conciertazo! Son muy buenos músicos y se compenetran muy bien. Disfrutan tocando juntos y se transmite.
Les felicitamos por el concierto.
Tomamos un Gin Tonic en una terraza y a dormir.

10-08-2012 viernes. Laredo – Getxo (20 millas)

Compramos víveres, nos despedimos de Pedro, el marinero del puerto, y salimos hacia Getxo.
A pesar de las predicciones, que decían viento del Este, es más bien Norte y Oeste y nos acompaña mejor. Pero no sopla mucho.


Esperamos al viento dándonos un baño, atados al barco con un cabo. (Ya se atarme con un as de guía a la cintura y amarrarme al barco con un nudo de cornamusa). ¡Es genial dejarse arrastrar por el barco! Y el viento empieza a soplar.
Hace sol, calor, la mar está tranquila, el viento sopla suave, disfrutamos de la navegación y puedo practicar. Llevo la caña del timón y realizo ¡mi primera virada en solitario!
 Probamos a parar en Castro pero me da mal rollo: hay poco sitio para amarrar y un montón de gente bañándose en el puerto y las escaleras de la pared están en mal estado. Seguimos hacia Getxo.

Llegando a Castro Urdiales

Está "petao" y nos vamos a Getxo

Desde Castro vamos solo con la vela mayor a más de 6 nudos hasta la punta del muelle de los molinos eólicos. Después ensayamos orejas de burro enfilando el interior del puerto y finalmente arriamos y llegamos a motor al puerto deportivo. Es curiosa la perspectiva de entrar en Bilbao desde el mar.

En las duchas conozco a Naiara, una niña muy simpática que me dice: ¡qué señora más fea!, y a su hermano mellizo Ander. Me lo paso bomba. Naiara me dice que me compre su jabón de coco que huele súper-bien y me quiere llevar a cenar txutxes a su barco.
El vigilante del puerto nos recomienda ir a cenar al “Marmitako” porque allí dan comida casera, que son unos moros muy pulcros. Vamos allí pensando en comernos un marmitako y cuando nos sentamos vemos nuestro gozo en un pozo. Se trata de un Fast-food y observando el percal, deducimos que su hija trabaja allí y que debe cobrar comisión por llevar allí a la gente o algo así. ¡Todo un desengaño!
Estoy rendida. Para las 23:00h en la cama.

11-08-2012 sábado. Puerto de Getxo y Ría de Bilbao (12 millas)

A las 9h salimos con pereza del saco. Hace calor. Desayunamos, ducha, pasar por capitanía, pagar 2 noches y ¡en marcha con el itinerario de hoy!
Gran paseo hasta el Puente Colgante, paseando entre las elegantes e imponentes  villas y mansiones de Neguri y Arriluze. ¡El Puente Colgante! ¡Impresionante!. Una giputxi de turismo por Bilbao.

Compro el libro “Bilbao de toda la vida” en la tienda donde venden los tickets para subir en el ascensor. Paseamos por todo lo alto, a 50m. de altura. Las vistas son espectaculares.
La barquilla del puente vista desde la pasarela de arriba

Hay carteles y altavoces que explican la historia del puente y las vistas

Getxo y Punta Galea

Santurce y el superpuerto
Portugalete
Darsena de remolcadores en Portugalete y a la izda.Las Arenas
Bajamos en el mismo ascensor, cogemos el bus y vamos a Algorta a visitar el Puerto Viejo.
Tomamos un pintxo y un Rueda arriba en Algorta y después vamos paseando hasta el bar-restaurante Usategi. Repetimos pintxo y blanco disfrutando de las vistas.

La vista desde Usategi
 Bajamos al Puerto Viejo, que está en plenas fiestas y cantamos “Nun hago…” con el coro popular (bueno, yo canté con el coro y Kike escuchó y tarareó). Se me pone la carne de gallina.
Seguimos paseando hasta llegar al barco. Comemos y siesta.
A eso de las 17:00h. despertamos. Tomamos un café. Nos encontramos con Naiara y Ander (Los niños de la ducha) y jugamos un rato. Charlamos a gusto con sus padres.
Seguimos con el itinerario: subir en velero por la ría. Ahora vemos el Puente colgante desde el agua, descomunal. Desde aquí parece otro. La barquilla del puente es respetuosa con los barcos.


Pasando bajo el puente

El Práctico atracado en Portugalete

¡A VELA POR LA RÍA!

Y a vela llegamos hasta arriba

De aquí no se puede pasar con un velero

Y lo genial es que el viento nos acompaña y nos permite hacer el trayecto a vela hasta el mismísimo Puente del Euskalduna. Lo hacemos solo con la Génova, cambiando de amura en los meandros de la ría y hacemos 3 a 4 nudos de velocidad
Jamás he entrado a Bilbao con semejante calma. Los paseantes nos saludan. El Trapaia devuelve el saludo.
Atracamos en un pantalán junto al Euskalduna, junto a las piraguas que alquilan para remar por la ría.
El Museo Marítimo ya está cerrado pero podemos contemplar los barcos, anclas y cadenas que están fuera.
Entre los barcos, nos deleitamos con el de Jose Luis de Ugarte, el velero con el que dio la vuelta al mundo con 67 años.
Dando un paseo, llegamos hasta una terraza donde nos sentamos a tomar una caña con unas aceitunas y disfrutar del atardecer.

"El Tigre" de Bilbao desde la terraza donde tomamos la cervecita
Me da por mirar el móvil, que lleva días apagado. Desconexión total.
Me encuentro varias llamadas perdidas de mi hermana, lo que imagino es un S.O.S. para ayudarle con sus niñas. Le llamo. Efectivamente, hay que volver a casa, pero advierto que para el martes. (¡Antes no por favor!). Concedido.
Al anochecer, con las luces de Bilbao encendiéndose, retornamos al barco para volver al puerto deportivo de Getxo.
Al anochecer retomamos el barco


 Me siento en proa a disfrutar de la travesía nocturna, con el forro polar, porque ya empiezo a notar el frío y la humedad.
La marea está alta y a pesar de no haber problemas de calado, vamos siguiendo la misma trayectoria de vuelta por el track marcado en el G.P.S.
El paisaje decrépito y decadente de las grúas y edificios deshabitados y abandonados junto a la ría, testigos de lo que fueron y ya no son, se recortan en la semi-oscuridad del anochecer pretendiendo ser, amenazando con cobrar vida en cualquier momento. Parecen arañas gigantes, monstruos futuristas que parece que van a empezar a moverse y a rugir de un momento a otro. Es como si tuvieran vida todavía, otra, diferente. Sobreviviendo al abandono, resistiendo al olvido, perpetuando la memoria. Supervivientes.
El paisaje iluminado y sombrío es otro, diferente al que hemos contemplado a la luz del día. Tiene un encanto especial.
Llegamos al Puente Colgante, vestido de gala para la noche, discreto e impresionante.

Parecía que el piloto automático nos la estaba jugando pero no, sigue portándose como un campeón. No hay nada como decir qué bien funcionan las cosas para que empiecen a fallar.
Aunque el sitio dejado en el pantalán parece ahora más pequeño, atracamos y amarramos el barco entre un catamarán y un velero de regata, justo donde estaba. Y nos damos un homenaje cenando en “Las Parrillas del Mar”, para probar por fin cómo saben esos suculentos aromas que tantas veces hemos aspirado al pasar por allí y dar un buen final a estas vacaciones: Cazuela de mejillones y Rodaballo a la brasa, regado con vino blanco de la casa. ¡Exquisito!.
Kike me ha deleitado con bilbainadas y cuentos que le contaba su tío el marino cuando era pequeño. También yo le he contado cuentos, de mi propia invención. Nadie me contaba cuentos cuando era pequeña. ¡Con lo que me gustan!.
Ha sido un día estupendo.
Lo bueno del barco es que viajas mientras viajas. Disfrutas del proceso.


12-08-2012 domingo. Getxo - Elantxobe - Zumaia (45 millas)

Salimos de Getxo a las 12:15h., con la idea de pasar la noche en Elantxobe.
Viento Norte.
Salimos de Getxo haciendo bordos y seguimos trayecto yendo de ceñida.
Mar tranquila. Navegamos a vela, entre 6-7 nudos.

 



 
Vamos cerca de la costa, disfrutando de las vistas: Punta Galea, Barrika, Sopelana, Gorliz-Bahía de Plentzia, San Juan de Gaztelugatxe (nos acercamos con solo la Mayor para ir más despacio y poder sacar fotos), Cabo Matxitxako (El faro antiguo lo construyó un tatarabuelo de Kike), Bermeo, Urdaibai. Nos metemos en Mundaka, vemos Laida, Laga y pasamos entre la isla de Izaro y el Cabo de Ogoño y detrás de Ogoño, entramos en Elantxobe.
El puerto está a tope y no podemos atracar. Seguimos rumbo a Zumaia.
Ea, Lekeitio, Ondarroa, Mutriku, Deba…
(Curiosamente mi hermana Izarra y mis sobrinas Paule y Marene estaban en la playa de Deba y vieron pasar un velero. Izarra le dijo a Paule: Beitxu, hor doia tía Amaia!!. Al rato Paule le preguntó: Eta nun egiten dabe erosketak?).
A eso de las 21:30h. llegamos a Zumaia.
Yoli y Julio nos esperan en el pantalán y nos ayudan a amarrar. Cenamos cada cual en su barco y nos juntamos a tomar ron en el suyo, en el Oceanis 31 “El Bocal”, para contarnos las aventuras vividas por separado.
La travesía de hoy ha sido placentera. Una buena despedida.

13-08-2012 lunes. Zumaia

Las vacaciones se acaban y hay que empezar a conectarse. En cuanto enciendo el móvil tengo una llamada de Diego (mi compañero de espectáculo) para empezar a hacer agenda. Con Izarra y las niñas me veo mañana.
Comemos en la bañera del Trapaia con Julio y Yoli. Siesta.
Salimos con el barco a darnos un baño, a pelotas y atados a un cabo. Le hemos pillado el gusto a esto. A penas hay viento y se está de cine tomando el sol en cubierta. Me encanta bañarme y secarme al sol desnuda. Quiero guardar esta sensación de relax y bienestar dentro de mí para evocarla cuando me haga falta.
Damos un paseo a vela. Me siento desnuda en proa y me pongo a cantar una canción de juego que cantaba cuando era niña: “Soy la reina de los mares…”


EPILOGO


El relato de Amaia, mi sirenita encantada y encantadora, termina reinando sobre los mares, cantando desnuda sobre la proa que cabecea cortando las olas, haciéndola elevarse y descender, llevándola en volandas, como si fuera ingrávida, sintiendo en cada centímetro de su piel la caricia del viento y la ternura del sol.
Compartir  eso con Amaia me ha gustado mucho, pero no puedo dejar de mencionar que al volver al puerto nos esperaban en El Bocal con un estupendo MARMITAKO, que nos había preparado Yoli y después de dar buena cuenta de él y de una larga y agradable tertulia nos despedimos, recogimos el barco, tomamos el coche y nos fuimos a casa. Si este final no os gusta: ¡Volved a leer el párrafo anterior que os dejará mejor sabor!
A petición de Amaia pongo algunas fotos del interior del barco:

La cocina

La mesa de cartas

Tambucho de salida. Izda. Aseo. Dcha. Camarote de popa

Salón comedor

Camarote de popa

El aseo

Camarote de proa