Solo seis barcos participando, así que hay un montón de habituales que no estuvieron. Para ellos, sobre todo, se la cuento.
Claro, cuando no hace ningún calor y además llueve y hace viento y hay olas con borreguitos, suele haber menos barcos en la línea de salida. Solo estamos los “viciosos” los adictos a la adrenalina. Se comprende también, entre otras cosas, que con este tiempecito no hubiese nadie en los barcos con ganas de hacer fotografías, así que no hay documentación gráfica.
Yo, personalmente, cuando estoy a la caña no suelo dedicarme a mirar cómo va el resto de la regata (salvo los más inmediatos competidores) porque si estás muy pendiente de los movimientos de todos te despistas y te encuentras en pocos segundos fuera del rumbo de viento adecuado y perdiendo velocidad. Me suelo enterar de algo gracias a los comentarios de los tripulantes: “…mira el Sagit está sacando spi…” y entonces miro un instante y vuelvo a las lanillas y al anemómetro. Por lo tanto no podría, aunque quisiera, narrar todos los pormenores de la regata. Solo puedo narrar lo que vi, lo que viví y lo que recuerde de lo que contaron algunos en la tertulia del café, en la sociedad.
La predicción meteorológica era de viento NW de 7 a 11 nudos, con lloviznas débiles y ola de fondo de 1,5m. O sea una situación probablemente algo húmeda pero más bien “suave”. Como se trataba de ir de Zumaia a Mutriku y volver, era evidente que se traba de ir ciñendo y volver de empopada con el spi. Así que el día anterior me dedique a preparar la maniobra de spí con el calcetín nuevo que todavía nunca habíamos ensayado. Solo habíamos izado spi en una regata (antes de tener el calcetín) y fue una maniobra bastante desastrosa. Decidimos salir con todo preparado para una izada sin líos y lo más rápida posible, considerando nuestra torpeza, por falta de entrenamiento, en este menester. Las escotas preparadas trincadas en el balconcillo de proa y pasadas por las poleas y los mordedores de bañera, el tangón con la coz colocada en su carro del mástil con amantillo y contra enganchados y retirados de forma que la Génova pudiera pasar de banda por encima del tangón sin problemas. Un mosquetón preparado en la base del palo para retirar el baby-stay antes de izar, y la bolsa con el spí (enfundado en su calcetín) trincada con dos mosquetones a los guardamancebos en la amura de estribor. ¡Todo listo!.
La realidad meteo fue muy diferente de la previsión: el viento fue NW pero oscilando más bien entre los 15 y los 24 nudos. Probamos rumbos en la presalida. Había olas de viento superpuestas a la mar de fondo, lo que acortaba el intervalo y hacia que, en el rumbo de ceñida hacia el norte, se hiciera algo difícil negociar las olas evitando los pantocazos. Además era un rumbo bastante malo desde el punto de vista de la VMG de aproximación a la boya de Mutriku, pero absolutamente imprescindible para ganar barlovento. El otro bordo, amurados a estribor, era mucho mejor. La VMG era muy buena y la ola quedaba mucho más sesgada con lo cual prácticamente no sufríamos pantocazos (digo “sufrir” porque “duelen”, ¿verdad?).
En el Trapaia no hicimos bien la salida. Nos pasa casi siempre que, por no pasarnos de línea antes de tiempo, terminamos saliendo por detrás de todos. Creo que solo el Maixu, con Kastor a bordo navegando en solitario, salió por detrás del Trapaia y lo hizo mucho más tarde. No sabemos por qué razón pero tuvo que tener algún problema con las velas, porque él estaba corriendo la línea, amurado a babor, cuando sonó la señal de salida y nos cruzamos por delante de su proa unos metros antes de la línea, así que solo tenía que seguir ciñendo para salir en el rumbo que llevaba o virar y hacerlo en el otro bordo detrás de nosotros. Pero no lo hizo y se retrasó mucho.
En Principio salimos amurados a estribor con rumbo casi directo a la boya, pero nos faltaban entre 10 y 20 grados a estribor para tener rumbo directo. Y como toda la flota (menos el Txiripa que había apostado por ir, desde la salida, mar adentro) estaban en ese rumbo decidimos intentar primero la remontada de la flota y después ya viraríamos. Terminamos en cabeza de la flota navegando en paralelo con el Geldi-Geldi, no consiguiendo superarlo en velocidad, pero íbamos ganándole barlovento, lo cual dado que era imposible que llegase a boya con rumbo directo, haría que al tener ambos que virar le tendríamos ganada una buena distancia.
Dado que la marea estaba subiendo, supusimos que cerca de la boya de barlovento podría haber cierta corriente “llenante” hacia tierra, lo que nos impulsó, hacia la mitad del recorrido, a alejarnos de costa, para tomar suficiente barlovento para no vernos luego en dificultades en el último bordo antes de virar la boya. Estábamos hablando de esto cuando vimos virar al Geldi-Geldi. Inmediatamente lo hicimos nosotros. Ahí empezamos a visualizar la ventaja que le habíamos ganado.
Todo iba bien. La virada perfecta. Pero entró una racha muy fuerte que intentamos aprovechar al máximo para ceñir todo lo posible, ya que estábamos en el bordo malo. Escoramos en un momento dado hasta mojar la regala y en ese momento saltamos la cresta de una ola, dimos un pequeño pantocazo y la siguiente hola entró en la cubierta por la proa de estribor, donde estaba la bolsa del spinaker colgada del guardamancebos. La fuerza de la ola arrancó una de las dos cinchas que sujetaban la bolsa al cable superior de la barandilla. La bolsa quedó colgando de la otra cinta, pero al estar suelta presionó de tal manera sobre el cable inferior del guardamancebos que cedió el prisionero del extremo del cable y este se soltó, dejando hueco para que la bolsa entera se fuese al agua, colgando de una sola cinta que amenazaba con durar entera muy pocos segundos.
Alberto que estaba a sotavento en la bañera no tardo ni 3 segundos en saltar e irse a proa a controlar el desaguisado. Realmente era una situación como para ir con arnés y sujeto a la línea de vida, pero eso hay que tenerlo puesto antes. Se fue “a pelo”. Agarró la bolsa como pudo y quiso subirla a bordo. No podía. La postura, la escora, los rociones y sobre todo las olas de proa que, con la velocidad del barco, trataban de arrancar la bolsa de las manos de Alberto con una fuerza difícil de resistir. Yo trataba de aproar un poco el barco, pero con mucho cuidado de no pasarme de banda, porque entonces la habríamos liado parda. Josu atendía la mayor y le pedí que largase aunque perdiéramos velocidad, para adrizar un poco el barco y facilitar la pelea de Alberto. Evidentemente no podíamos virar en esas condiciones, así que nos pasamos varios pueblos del momento ideal para virar y esto lo pudo aprovechar muy bien el Geldi-Geldi que volvió a colocarse por delante. Pero Alber resistió y cobró la bolsa y se la trajo a la bañera. Estaba casi taquicárdico después del esfuerzo, pero valió la pena. Entonces viramos y vimos por delante la popa del Geldi-Geldi algo más lejos de lo que nos habría gustado. Pero habíamos salvado el spinaker y la integridad física de Alberto. ¡Ahora a recuperar otra vez…!. En ese punto tomamos la decisión de que la regata iba a ser (al menos para nosotros) sin spi, o sea que lo mejor era guardarlo en el pañol (con su bolsa bastante rota) y evitar nuevos problemas.
Lo cierto es que al haber alargado el bordo excesivamente luego tuvimos un rumbo a la boya mucho más abierto y tomamos una buena velocidad. Le recortamos un poquito la ventaja al Geldi-geldi, pero viró la boya bastante antes que nosotros.
El rumbo de regreso era evidentemente mucho más relajado. El Geldi-geldi empezó a escaparse lentamente de nuestro alcance. No queríamos liarnos sacando el spi con tanto viento y olas, así que probamos a tangonar génova. Nos liamos un poco en la maniobra y tardamos más de la cuenta, pero después empezamos a recortarle ventaja. Aún con ello consiguió completar la primera vuelta en cabeza. Viramos la boya de Zumaia persiguiendo la popa del Geldi-Geldi y de nuevo a pelear la ceñida para la segunda vuelta. ¡Emocionante!
Otra vez las olas de proa, las fuertes escoras en las rachas, y de cuando en cuando algún que otro pantocazo de esos “dolorosos”. Iniciamos un primer bordo amurados a babor, detrás del Geldi-Geldi, alejándonos de costa. Les vimos virar y continuamos “subiendo” hacia el N. Entonces hicieron algo extraño, cayendo muchísimo a babor durante un rato, luego viraron de nuevo y volvieron al rumbo anterior. Entonces les cruzamos cortándoles por la proa. ¡Les habíamos pillado!.
Ahora íbamos delante, encabezando la regata. Entonces vimos con asombro como el Sagit II que venía de frente completando su primera vuelta ¡Izaba spinaker! con un valor digno de ser mencionado. Las rachas eran muy fuertes, pasando de golpe y con facilidad de 14 a 25 nudos. Nos cayeron encima varios chubascos y de otros nos librábamos por poco. El Geldi-Geldi, que a ratos parecía querer recortar la diferencia, hizo varias orzadas que seguro que lo frenaron bastante. Las roladas unas veces nos favorecían y otras nos alejaban del rumbo debido. Pero finalmente viramos la boya de Mutriku en cabeza y emprendimos el rumbo de meta ya (salvo incidente imprevisible) sin contrincantes directos. Al trasluchar oímos un “clanc” extraño y no supimos de qué se trataba. Más tarde descubrimos que la polea doble que al pie de palo sujeta la contra de botavara, se había arrancado rompiendo su remache de gira-vueltas. No nos enteramos gracias a que llevamos un aparejo de freno de botavara, que al fallar la contra actúa en sustitución de la misma. Una utilidad más de este inventillo que copié del barco de Patxi y Esther.
Finalmente ganamos la regata, y cuando nos disponíamos a enrollar Génova y poner motor para entrar en el puerto y comernos algo… se le ocurre a Juancar, del D&J, sugerir por la radio que ya que habíamos terminado podíamos ir a recoger la boya. Estábamos preparando para arriar las velas e inmediatamente cambiamos de rumbo y nos pusimos a maniobrar para volver atrás en vez de entrar en puerto, lo cual hizo que no pudiésemos responder a la llamada de radio hasta completar la maniobra. No es necesario decir que ese minuto de silencio fue interpretado de distinta forma por otros participantes… Alguno creo que pensó que “casualmente” se nos había estropeado la radio en ese crítico instante. ¡A que sí! ¡Malpensadooooooosssss!.
Bueno, la cosa es que al final nos dimos tres vueltas al recorrido en vez de dos, que sacar la boya con viento y con olas nos costó bastante (llegamos a pensar que la próxima regata la podría “ganar” en real el Geldi-geldi) y terminamos por llegar a puerto bien cansaditos, saturaditos de mar, viento, lluvia, velas y boyas. Pero yo diría que ¡INCOMPRENSIBLEMENTE FELICES!.